Fundada por discípulos de Sócrates, como Antístenes o Diógenes de Sinope, la Escuela Cínica despreciaba las riquezas y bienes materiales, y además señalaba que la sabiduría y libertad del espíritu son los caminos de la felicidad. De esto poco o nada sabe el vicepresidente de la Diputación Provincial, Javier Aureliano García, más bien está en sintonía con el calificativo en que derivó el término cínico, debido a la forma de vida de aquellos, entendido hoy como una sobrecarga de desfachatez.
García juega al despiste, a sabiendas de que la Junta está haciendo frente a sus pagos en materia de dependencia y asumiendo otros que Rajoy ha recortado, a pesar de la asfixia de éste a Andalucía.
Que explique cómo Diputación no tiene dinero para mantener la teleasistencia, tras retirar Rajoy su aportación, y sí para sustituir la Residencia Asistida por un nuevo centro. Debería salir a los medios semanalmente para decirle a su presidente que nos dé lo que nos corresponde: rebaja fiscal agrícola, proyectos de tramos pendientes para el AVE y licitaciones nuevas, el túnel de desagüe de la Balsa del Sapo o la desaladora de Dalías.
Que demande el pago en cumplimiento del Estatuto de Autonomía, 2000 millones de euros para la Comunidad Autónoma de Andalucía, y así reactivar la economía y crear empleo en esta región.
No estaría mal que le exija a Mariano Rajoy un plan de empleo, o que no sigan traicionando a las familias almerienses que se beneficiarían de la ley antidesahucios.
Igual para el Partido Popular todo esto no son más que riquezas y bienes materiales a los que solo tienen derecho los poderosos y quienes manejan el dinero, pero los débiles también tienen derecho a ser felices y, para ello, Rajoy debe dejar de negarnos -como está haciendo- el pan y la sal a los ciudadanos almerienses.
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