Es condición de la izquierda arrogarse la defensa de lo público, utilizando para ello una carga demagógica que no se corresponde con la realidad. El último frente abierto por la oposición socialista en el Ayuntamiento de Almería apunta a la “pérdida” –dicen- de patrimonio municipal, cuando los hechos – y los datos- evidencian todo lo contrario.
Para no extendernos demasiado, durante el año pasado, por ejemplo, el Ayuntamiento no sólo no vendió ninguna de sus propiedades, sino que adquirió hasta un total de 99 a través de distintos mecanismos: reparcelaciones, compra directa, cesiones, obra nueva o expropiaciones. Son datos incontestables que la oposición no sólo no quiere reconocer, sino que, en algunos casos, incluso siembra la semilla de la sospecha, como en la adquisición del antiguo hospital de la Virgen del Mar, en pleno Centro Histórico. Todo ello tiene como objetivo fundamental disponer de un patrimonio municipal que, en muchos casos, ya está siendo utilizado para acoger servicios municipales, cederlos a colectivos o asociaciones, impulsar iniciativas de emprendedores que generan empleo o sacarlos a concesión para generar ingresos para el Ayuntamiento. Es decir, su adquisición responde a una planificación del Ayuntamiento debidamente trabajada, nunca dejada a la improvisación ni, mucho menos, con afán de buscar un bonito titular de prensa.
Hacer ciudad Un trabajo que pretende seguir haciendo ciudad, mejorar las estructuras de la misma con proyectos ilusionantes cargados de realidad, como la consecución del suelo necesario para la mejora de la entrada a la ciudad por Pescadería o la cesión de 20.000 metros cuadrados de suelo (playa de vías), junto a la estación de Renfe que se convertirán en zona verde y espacios libres. La eficiencia y eficacia que hemos comprometido con la ciudad en la gestión de los recursos nos obliga a no adoptar decisiones de las que luego podemos arrepentirnos. No queremos para nuestro patrimonio escenas desoladoras que presentan algunos recursos que sí dependen de otras administraciones, como la Junta. Ahí está el Cable Inglés, cuya rehabilitación se encuentra paralizada, o la Alcazaba, o la propia Plaza Vieja, cuya segunda fase duerme el sueño de los justos a pesar de los intentos municipales de abordar dicho proyecto.
No se trata de pedir por pedir, sino de hacerlo con cabeza. Por desgracia, la ciudad tiene ya demasiados ejemplos de políticos con tanta ‘altura de miras’, como los definiría la concejala Serón, que llegaron a construir en el aire hospitales, escuelas de golf o facultades universitarias que nos hicieron levitar a todos los almerienses. El problema fue cuando nos despertamos.
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