El dorado exilio de los progres

El reciente anuncio del traslado a los Estados Unidos como profesora de quien hasta hace poco se vislumbraba como esperanza y recambio generacional del socialismo español, Carma -o Carmen, según- Chacón, ha sido interpretado como una melancólica retirada a tiempo o viraje estratégico que podrá interesar sin duda a los adeptos o a los seguidores del psicodrama interno de los partidos, pero creo que se ha pasado por alto un hecho significativo: el exilio dorado de los políticos más progres de España suele ser casi siempre el corazón y la tiniebla del imperialismo yanqui. 

Si se fijan, todos estos intrépidos viajeros rebotados de la política española acaban siempre en el lugar del que tanto despotricaron, en lugar de ir a dar lecciones o dictar conferencias en uno de esos países ejemplos de decencia y dignidad civil que tanto han alabado en sus discursos y por los que han sujetado tantas pancartas, promovido concentraciones y cubierto de  pegatinas reivindicativas. La señora Chacón se une así a la estela de combativas milicianas de tarjeta Iberia Plus como Bibiana Aído o Leire Pajín, que hace años emigraron para llevar al oprimido y alienado pueblo americano la buena nueva del “todos-y-todas”, convertido ahora quizás en “ebribodi-ebribadi”, y de las cuales no hemos vuelto a tener noticia. 

Y es que los progres no se expanden por la Tierra como las esporas primaverales, allá donde las va llevando el viento que cantaba el Gran Jefe Rodríguez Zapatero, sino que van siempre a tiro fijo: Nueva York, Los Angeles o Miami; nunca a cualquier localidad de las admiradas Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela o Palestina. 

Progres sí; gilipollas no. 

Y es que, además de la de San Pablo, la conversión que de verdad cuenta es la de los euros en dólares.