Fontanería y metáfora en las Cortes

Fontanería y metáfora en las Cortes

Jose Fernández
01:00 • 12 sept. 2013

Pocas veces la fontanería alcanza cotas tan metafóricas y poéticas como las vistas hace apenas unas horas en el Congreso de los Diputados, cuando una monumental gotera impidió el normal inicio de la sesión de control del Congreso, primera tras el regreso de las vacaciones de los señores diputados. 


Inopinadamente, y sin que las tribunas de invitados estuvieran llenas de pancarteros, alborotadores o por la familia Bardem al completo, comenzó a caer sobre los escaños tal chorreo –literal- que el techo en el que los golpistas de Tejero pintaron su vergonzante Sixtina Parabellum, se hizo manantial y torrente a la vista de todos. 


Y como tenemos a Ridley Scott por Almería buscando exteriores para su próxima pelícua, nadie pudo filmar adecuadamente esa especie de milagro que supone hacer brotar el agua de donde no puede haberla. Así que tuvo que actuar el presidente Jesús Posada para mandar parar la sesión. El Parlamento, motor y eje de la democracia española, detenido por una chapuza. Ya digo que pocas circunstancias pueden tener la categoría simbólica de dibujar, en un instante, el estado de un país en estupefacto compás de espera. Y poco a poco, la gotera se convirtió en caudal de un estado de ánimo, como cuando Lorca, en su “Baladilla de los tres ríos”, se preguntaba “Quién dirá que el agua lleva un fuego fatuo de gritos.” 




Pues allí estaban Sus Señorías, mirando al cielo impotentes ante la que se les venía encima. Afortunadamente, ni los parlamentarios ni los solícitos ujieres tuvieron la ocurrencia de desplegar paraguas en las bancadas, porque la imagen de los políticos españoles aguantando un chaparrón en pleno hemiciclo habría dado la vuelta al mundo con velocidad de plusmarca olímpica. Y de semejante soponcio no nos habría aliviado ni un “relaxing” barreño de tila.






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