Embarrar el campo. El viejo recurso del entrenador perruno sigue funcionando cuando se entiende que no interesa que haya circulación del balón. Y así se entienden los intentos de equilibrar el discurso del abandono patrimonial almeriense colgándole ahora al Ayuntamiento la responsabilidad del lamentable estado de la vieja estación de Renfe.
Todo el mundo sabe que el Ayuntamiento no es el titular de ese edificio, ni tiene competencias directas en su catalogación o mantenimiento, pero eso no importa. El Ayuntamiento tampoco era el dueño del inolvidable Toblerone, ni fue el Ayuntamiento el que lo tiró. Sin embargo, el Ayuntamiento estuvo en el centro de todas las dianas, en la inspiración de todas las rapsodias y en la cordada de todas las escaladas. Bueno, pues ya verán que con esto de la Estación tenemos algo parecido. Y es que el chorreo que se está llevando la Junta de Andalucía con la rehabilitación del Ayuntamiento necesitaba, con urgencia, un contrapeso informativo capaz de nutrir, al menos, la extensión del discurso “todos son igual de malos”. Bueno, pues ya verán que mucho antes que las obras a la Plaza Vieja van a llegar a la vieja estación las primeras oleadas de manifestantes exigiendo al Ayuntamiento -y sólo al Ayuntamiento- la inmediata “puesta en valor” de ese bien histórico. Los mismos que llevan guardando silencio estos ocho últimos años con el Ayuntamiento cerrado y en ruinas; los mismos que miran al Cable Inglés y no se preguntan qué pasa; los mismos que no quieren ver los chorreones de humedad en la Alcazaba, esos mismos están preparando la salida de un expreso reivindicativo con parada en la Estación y correspondencia con el Ayuntamiento. Supongo que alguien, de una puñetera vez, dejará de buscar permanentemente equidistancias políticas y exigir responsabilidades a quien de verdad las tenga y no a quien convenga.
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