En Gramática Política, verbos reflexivos son aquellos en los que el sujeto es uno mismo. Es decir; que uno ensalza y valora la acción de los suyos y censura y deplora la de los otros. Sencillo. Pero hay políticos que no han salido del Cuadernillo Rubio de la caligrafía parlamentaria y no saben que uno no puede emplear con su propia gente el mismo discurso que usa contra sus rivales. Más que nada porque es tan, pero tan artificial e impostado, que suena incluso más irreal que cuando se aplaude a los propios. Es decir, que aunque la presidenta de la Junta de Andalucía se ponga en plan Mari Trini (“Yo no soy esa que tú te imaginas”, etcétera) y salga con la ocurrencia de que “va a pedir celeridad” a su Gobierno (el que ella misma preside físicamente cuando dirige los Consejos de Gobierno) para la conclusión de la llamada Autovía del Mármol en Almería, no hace falta imitarla. Pero no tenemos remedio. Igual que el cantante de orquesta que, en mitad de la verbena del pueblo, pide a sus compañeros músicos que no desafinen en la próxima pieza, el secretario provincial del PSOE, José Luis Sánchez Teruel, se ha sumado a la desconcertante moda del aparente abroncamiento interno y anuncia que él también va a pedir más celeridad a la Junta de Andalucía para la conclusión de esa autovía. El tema es ridículo desde donde se mire. Lo primero porque no es una autovía. Lo segundo porque esa carretera que tan repentino interés ha despertado en el seno del PSOE debería estar abierta ya hace más de una década. Y lo tercero es porque incluso contando con el gregarismo natural de los partidos políticos, la adhesión a la necedad es libre. Y la necedad de anunciar que se va a pedir celeridad a quien depende de tus órdenes para empezar a moverse retrata no sólo a quien con semejante desfachatez se burla del personal, sino también al que, por agradar a sus señoritos, se suma al despropósito.
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