Desde hace ya algunos años, primero en el sótano de un dúplex cerca de la térmica y en la actualidad en Oliveros, siempre bajo la batuta electrizante de Pablo Mazuecos y un grupo de colaboradores entregados y generosos con la causa musical. Classic Jazz viene realizando una intensa e incesante divulgación del jazz y otras músicas, convirtiendo esta arriesgada y valiosa iniciativa en imprescindible dentro del desolado páramo cultural almeriense, no sólo por su objetivos artísticos, también por algo sumamente importante y que no pasa desapercibido a los entendidos, hablo de la calidad de la programación y la afluencia de grupos y figuras relevantes de este genuino universo del jazz. La primera vez que asistí a un concierto allá por el año 2011 en este club, el local tenía un entrañable aire de obra casera e improvisada y una ejecución apresurada, lo que reseño no como demérito, pues los importante es que la voluntad aflore ya sea desde la carencia, la adversidad o la falta de recursos y no esperar a disponer de espacios elegantes, bien acabados para emprender un proyecto que nunca termina de arrancar, como pasa en demasiadas ocasiones. Hoy ya es algo más que una ensoñación, y según me cuentan los entendidos se ha convertido en una referencia obligada en el panorama jazzístico nacional e internacional y lo que resulta aún más importante: un escenario abierto y productivo que ofrece espacio y oportunidad a varias generaciones de músicos almerienses, huérfanos desde la desaparición de un club legendario como fue el Georgia. No conozco la génesis de ese sueño fecundo que tuvo Pablo Mazuecos, pero me gusta la gente que tiene empeño y energías, que saben transmitirla incitando a otros a compartirla. Me gustan los que se sobreponen al fatalismo desidioso y apático, una de las oscuras divisas de esta ciudad, más proclive a regodearse con los fracasos de quienes lo intentan que apostar por quienes se esfuerzan en hacerla más rica y culta. ¡Larga vida a Classic Jazz! y a los corazones de los que brotan con el entusiasmo y las ilusiones artísticas, ayudan a dignificar nuestras vidas y a recuperar la maltrecha confianza en los seres humanos. Ante ellos me descubro, son como un tesoro deslumbrante que merece la pena proteger.
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