Almería para su desarrollo necesita, como cualquier otra ciudad, actuaciones planificadas. Deberíamos haber partido de un Plan Estratégico que diera satisfacción a las aspiraciones de la mayoría de los ciudadanos, y acordado por las fuerzas políticas para su ejecución en el tiempo. No obstante, años pasados, aun sin dicho plan, se mantuvieron actuaciones con estas pautas. La Rambla o el 2005 son pruebas de ello. Pero despues, coincidiendo con el mandato del actual alcalde, muchas inversiones y obras dejaron de ser fruto de la planificación, y solo responden a intereses partículares que posteriormentese se justifican como medidas de necesidad pública.
Proceder Veamos ejemplos de este erroneo proceder. Hace meses, utilizando a una empresa municipal creada para promover viviendas protegidas, se realizó la compra del céntrico edificio que fue primero el Hospital Virgen del Mar y luego se convirtió en locales alquilados, en su mayor parte a la Junta. Tras acabar el inquilinato y en tiempo de crisis, la salida económica del mismo era insostenible. Los cuatro millones de euros pagados por todos los almerienses, por orden de nuestro alcalde, han venido como agua de Mayo a su propietario. Tenemos el derecho a preguntarnos: ¿Era necesaria esa compra por un Ayuntamiento que tiene a medio hacer la Plaza Vieja? ¿Por qué no se definió y debatió en Pleno la necesidad de la compra y se convocó legalmente un concurso público de ofertas? ¿Por qué se utilizó a una empresa pública, creada para un fin social y hoy transformada en tapadera para facilitar operaciones rápidas ajenas a su cometido? Se empezó diciendo que el edificio se compraba para biblioteca y ahora se dice oficinas, lo que demuestra que la decisión de comprar, fue anterior a la supuesta necesidad pública. Mientras tanto, el antiguo Ayuntamiento o el 18 de Julio siguen en ruinas.
Otra operación que pocos comprendemos, es la compra de los edificios industriales en la salida de Almería hacia el Cañarete. Tratandose de una vía de interes general de Carreteras del Estado, en estos espacios tan pegados a los arcenes, resulta imposible una nueva construcción porque incumpliría el margen legal de separación.
Al ser zona de servidumbre, habría que esperar a la actuación del ministerio con su anunciado proyecto vial de acceso al puerto y ciudad. Pero el alcalde, que tanto defiende las “competencias” de cada administración, hasta en temas tan ridículos como “los mosquitos de la Junta”, decide tomar cartas donde no le compete. La justificación de embellecimiento de la zona, contrasta con los hechos reales. Se comienza comprando una extinto almacén de piensos que tambien ¿por casualidad? favorece a una propiedad sin ninguna salida económica. La justificación tambien se modifica a lo largo del proceso. ¿Lugares de restauración primero, jardines depues, concurso internacional ahora?
Un urbanismo generado por la conjunción entre necesidades partículares y los caprichos de un alcalde, no hace progresar a una ciudad, no responde a las demandas ciudadanas y ademas resulta demasiado caro.
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