Conozco a Pepe desde hace más de treinta años, cuando intentaba en el mundo de la política lo que después le ha dado sobradamente el asociacionismo: defender a aquellos que más lo necesitan. Cierto que hoy son muchas y variadas las asociaciones que se preocupan de los discapacitados, pero en los tiempos en que Gómez Amate crea su Verdiblanca sólo los muy valientes se adentraban en el ese complejo mundo. Hoy las subvenciones de los gobiernos regionales, provinciales y locales llegan a estas asociaciones, hace más de treinta años el político no estaba acostumbrado a ello, es más no quería que otros se pusieran medallas. Hubo que convencerle de la necesidad de esos apoyos económicos y de que tenía que convivir con las distintas asociaciones que empezaban a nacer en nuestra comunidad. Y la primera de ellas lo hacía en Almería, se llamaba Verdiblanca y la creaba Pepe Gómez Amate.
Con todas las sombras que ustedes quieran, que de seguro las hay, lo que no se le puede negar a Pepe es que fue un adelantado en aquella época. Supo ver las necesidades de un colectivo y se puso al frente. Creó una asociación que no sólo buscó la subvención para el discapacitado, intuyó y puso en marcha una empresa que ofreciera trabajo, integración, descanso, vacaciones, superación en el colectivo al que él pertenecía y por el que ha dado la cara durante todos estos años. Éste diablo cojuelo almeriense ha sido dentro de la comunidad un adelantado, un luchador que ha creado escuela no sólo en su tierra, ha dejado en Sevilla, la de la junta, la que reparte las subvenciones, la semilla de un luchador almeriense a favor de un grupo de personas que seguirá dando sus frutos en los tiempos venideros. Un hombre que supo que tenía que unir a su colectivo al de la Once y en ello invirtió trabajo y tiempo, todo el necesario para que llegara a ser una realidad. Y lo consiguió. Los años no pasan en balde y todos nos vamos jubilando, él ha decidido que está en su último mandato en Verdiblanca, que pronto otro será el encargado de sustituirle y continuar el trabajo que no acabará nunca, pues jamás se pondrá fin a las necesidades de éste colectivo. Y no digamos cuando encima una crisis nos pone al borde del precipicio. Lo importante es que el trabajo de aquellos años cuajó para bien de mucha gente. Gracias Pepe en nombre de ellos.
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