“El texto de la Constitución es fruto de un pacto de mierda”. “La Transición la hicieron los fascistas de la UCD”. “La izquierda fue terriblemente generosa, y eso debe ser reparado con un nuevo proceso constituyente”. Estas evacuaciones intelectuales, de ser difundidas por un menguado en Twitter, serían motivo de sedición y ultraje. Pero no; esto lo dice en una escuela, con niños (Carmen de Burgos, Huércal de Almería), el responsable de la Oficina del Vicepresidente del Gobierno de Andalucía, Rafael Salazar. Un comunista que, como no puede ser de otra manera, alcanza la notoriedad por medio de la escatología fruto de una mezcla de odio, revancha e ignorancia supina.
Esta aportación viene a “enriquecer” el despliegue de actos institucionales con motivo del Día de la Constitución; la misma que permite a estos semovientes disfrutar de un estatus de privilegio aun mordiendo la mano tendida a la convivencia; pacífica, generosa e inteligentemente lograda en la Transición.
El puesto del tal Salazar surge de un modelo del fascismo de izquierdas soviético (Politburó) que en Andalucía rescata Izquierda Unida como socio de gobierno del PSOE. Es el típico modelo de impregnación y control del poder totalitario que se visualiza en comisarios políticos adscritos al régimen. No basta con el diseño de delegaciones provinciales, había que dotar al vicepresidente (el de las “tetas gordas”) de un visir, sátrapa, virrey… que instile la ideología diferencial que emana del centro del poder y, al mismo tiempo, rendir cuentas al camarada del Komintern.
En algo lleva razón el tal Salazar. Lo que es una mierda es la toma de posesión de algunos cargos públicos -especialmente concejales- que, al amparo de la Constitución, largan tormentosos discursos sobre el imperativo legal y otras alucinógenas apelaciones revolucionarias embutiéndose en banderas, camisetas y eslóganes ofensivos. Esto es muy sencillo: se va como hay que ir y se dice lo que hay que decir, y si no, no hay acta de concejal. Si el cura o el juez te dice que si quieres a Mariloli como esposa, no admite discursos esquivos. Es sí o es no.
Por tanto, nos ahorraríamos tanto estólido revolucionario si el alcalde electo mandase a la mismísima mierda a los que dicen aceptar su acta por “imperativo legal” o como “instrumento de lucha para derrocar el sistema que atenaza las libertades, esperando alcanzar horizontes revolucionarios que, tal y tal… ¡Viva Stalin!”.
Sin ser patriotero, me duele el ultraje a la Bandera y detesto la traición, especialmente la proveniente de presuntos “dignatarios” del Estado. Y, al contrario de estos reaccionarios, creo que hay que ser tolerante y comprensivo, pero todo en un marco de respeto que, una vez vulnerado, ha de ser atajado con la ley.
Por cierto, en el fatídico día que vivieron esos infortunados niños del Carmen de Burgos en Huércal de Almería estaban también presentes el diputado del Congreso, Juan José Matarí (PP), y el parlamentario andaluz, Sánchez Teruel (PSOE), quienes, a la vista de sus inéditas airadas reprobaciones (¿?), entiendo consienten, transigen y se maman estos desmanes sin que, salvo error u omisión por mi parte, hayan denunciado o repudiado -públicamente como corresponde- este comportamiento ofensivo y sedicioso que se remató con “en España no hay democracia… porque hay monarquía”. Magnífico colofón que define a los “demócratas” de hoz y martillo… y otras herrumbrosas herramientas que cizallan la verdadera democracia.
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