Hablar de política

En la república dijeron que los rojos habían envenenado las fuentes. Menos mal que ahora hay libertad de expresión

Kayros
01:00 • 10 feb. 2015

En los bares de los pueblos hoy se habla de política. Han cambiado los tiempos. Yo recuerdo aquellos ventorrillos a lo largo de la carretera en donde se advertía a los posibles clientes que allí estaban prohibidas dos cosas: la blasfemia y hablar de política. Era la contribución al nacional catolicismo y al pensamiento único de un régimen de principios inmutables. “Usted haga como yo - dicen que dijo Franco a uno de sus lugartenientes- no se meta en política”. Pero en los estertores del franquismo todo Dios se politizó. Los unos para transformar aquello; los otros para medio engañar con el consenso y seguir enriqueciéndose. Hoy ocurre algo muy curioso. Los grandes defensores de la Transición son aquellos que no hicieron gran cosa porque llegara. De modo que así está el patio. Hemos de congratularnos después de todo de que el pueblo haya subido de nivel en punto a información política. Aquí en Aguadulce un agricultor de los que encuentras tomando coñac en la barra de un bar te pone al corriente de la política agraria europea mucho mejor de lo dice la hoja parroquial del Ayuntamiento roquetero. Y si vas a la petanca por las tardes, unos jubilatas te hacen, entre bola y bola, un diagnóstico de lo que está pasando mejor que el “Finantial Times”. La política es demasiado seria para dejarla en manos de los profesionales y hoy ya no es preciso irse a Madrid para estar al tanto de lo que se cuece. Ahora bien, los mejores años que ha vivido este país después de la dictadura, han llegado también a agusanarse por la codicia infinita de las élites dueñas del poder político. Hay quien dice que el bipartidismo alternativo PP-PSOE ya no será posible. No es extraño, por tanto, que la desafección ciudadana esté alumbrando otras formas de organización. Es la hora de Podemos y de Ciudadanos. Y es también la explicación psicológica del miedo que atenaza a la derecha acomodada. Yo no me puedo imaginar que Pablo Iglesias, en cuanto llegue al poder, lo primero que haga es una cadena de campos de exterminio, con sus hornos crematorios correspondientes, para gasear a la derecha. Sin embargo hay periódicos conservadores que no paran de nombrar a Hitler y Stalin. En esto son maestros, no cabe duda. En la república dijeron que los rojos habían envenado las fuentes de Madrid. Menos mal que ahora hay libertad de expresión y cualquier campesino en la barra tiene otros argumentos.







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