¿Se acuerda alguien del Cable Inglés?

La apertura del nuevo Parque de la Estación, en los terrenos liberados de vías y muros junto al histórico apeadero, nos ha permitido descubrir algunas cosas. La primera es que a veces la caída de una simple tapia puede cambiar notablemente la percepción de todo un espacio. No ha sido tan emocionante como levantar el velo de una novia, ni tampoco tan cinemascópico como la caída de las murallas de Jericó, pero el trompetazo visual ha sido de lo más potente cuando hemos visto todo ese espacio ganado para Almería. Del mismo modo hemos descubierto que la botánica y la política no siempre hacen buenas migas, porque muchos han protestado por la falta de zonas de sombra, que no de árboles. Y es que es difícil quejarse por la carencia de especies plantadas, porque esa zona tiene la mayor concentración de plantas por metro cuadrado de toda la provincia. 

El problema que tiene el ciclo bilógico de las cosas es que los árboles crecen despacio, o al menos no tan deprisa como la capacidad de búsqueda de defectos que demuestran muchos minuciosos que antes estaban tan conformes cuando aquello era Fort Talgo. Afortunadamente la clorofila no entiende de filias y fobias y todo irá eclosionando. Pero sobre todo, lo que ha puesto de manifiesto esta actuación es la necesidad de conectar esta zona de paseo con el Cable Inglés. El Cargadero podría ser uno de los elementos de referencia cultural y turística más importantes de Almería que, por desgracia, está en manos de la Junta de Andalucía. Y eso ya saben lo que quiere decir: abandono, letargo e inoperancia. ¿Cuántos años llevan oyendo la de cosas que se podrían hacer allí y que finalmente no se hacen? La historia de siempre, protagonizada por los de siempre. Hasta que dejen de ser los de siempre.