El hecho de ser catalán

“Por descalificar a Ciudadanos convierten el ser catalán en algo oprobioso y dan alas al antagonismo territorial”

Enrique Arias Vega
01:00 • 15 mar. 2015

Tan nervioso le ha puesto al PP la ascensión de Ciudadanos en las encuestas, que queda retratado cada vez que abren la boca sus dirigentes. El último, el andaluz Antonio Sanz: “No quiero que a Andalucía se la mande desde Cataluña ni por alguien que se llame Albert”.


La alusión, obviamente, es a Albert Rivera, quien desde Barcelona ha defendido a España más y mejor que todos los presidentes del PP, quienes con sus concesiones interesadas y alicortas allanaron el camino de Pujol y Mas hacia la secesión territorial.


Claro que en el PP -como en los demás partidos, claro- hay mucho mendrugo analfabeto que ignora la existencia de buenos presidentes catalanes en la historia de España, como Prim, Figueras y Pi i Margall.




Por eso, en su intento de descalificación de Ciudadanos convierten el hecho de ser catalán en algo oprobioso, alentando así, aun más, el antagonismo territorial: ¡serán imbéciles!


Para ser un magnífico español y para resultar un presidente de Gobierno aun mejor, se puede ser indistintamente andaluz, vasco, gallego o catalán. Lo que no se puede es actuar como un descerebrado, tal como hacen algunos políticos lenguaraces.




El previsible éxito de Albert Rivera, al igual que el de Pablo Iglesias, tan distinto a él, no se debe a ninguna procedencia geográfica determinada, sino a representar un programa que les parece válido a los ciudadanos de cualquier parte de nuestra geografía. Eso no tiene nada que ver con fallidas operaciones oportunistas, como aquella de Miquel Roca en 1986, aspirando a ser presidente de España sin dejar de ser nacionalista exclusivo de Cataluña.


Claro que explicar estas cosas a algunos indocumentados resulta una tarea prácticamente imposible.





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