Franco persiguió con saña, antes de la guerra, en la guerra y después de la guerra, a los comunistas. Creyó que era esa su misión divina para la que no se ahorró ninguna crueldad. Había que sacar al enemigo uno por uno debajo de las piedras y fusilarlo inmediatamente. Esta doctrina no piadosa ni cristiana ha ido haciendo estragos hasta ahora y, por ello, los comunistas nunca pudieron gobernar este país. Entre la derecha más católica y beata persiste aún la falacia de que un comunista es un sucedáneo de Satanás, tiene rabo, utiliza el tridente y huele a azufre del infierno. Sin embargo, colaboraron para la reconciliación de los españoles a pesar de la matanza de Atocha y otros ajustes de cuentas. Las atrocidades del estalinismo y el escándalo del Gulab contribuyeron sin duda a borrar la fama de salvadores de la clase obrera de la que ha hecho honor este partido. De ahí que en los estertores del franquismo tuvieron que formar otra sigla con el resto de los grupos radicales, se llama IU. El autoanálisis constante y sus dudas estratégicas forzaron a los comunistas a cometer algunos errores, como la famosa “pinza” con Aznar o el voto al PP de Extremadura. Hoy el peligro es Podemos. Por algo la militancia se halla dividida como si viviera en una encrucijada sin saber qué camino tomar. Julio Anguita en apoyo del candidato Antonio Maíllo pide un frente de izquierdas. Sería un inmenso error no aprovechar las influencias de este partido que tanto ha hecho por la cultura, el trabajo y la igualdad. Antonio Maíllo es un profesor de Instituto que piensa retirarse en la profesión. Como vemos en los debates de Andalucía se distancia bastante de los otros candidatos. En su partido no ha habido corrupción. Por lo tanto puede criticar a los demás sin que le recuerden en cada momento el estropicio de Gürtel o la fealdad de los ERES. Ha gobernado Andalucía en coalición con el PSOE y ahora las encuestas le colocan como quinta fuerza. En suma, Maíllo antepone la ejemplaridad en situación de emergencia social y cree que su modelo de profunda radicalidad democrática todavía puede ayudar mucho a la ciudadanía. Tampoco le falta el aplauso y la colaboración de muchos intelectuales, desde filósofos hasta historiadores, pasando por artistas de cine, poetas, músicos y profesores de universidad.
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