Seguramente usted habrá visto ya esa imagen producida horas después del recuento de votos tras las elecciones andaluzas: la presidenta Susana Díaz bajando desbordante la rampa de su victoria final al frente de tres filas de colaboradores, asesorada quizás por algún cultureta que pretendiese reproducir el famoso cuadro “El cuarto estado” de Giuseppe Pellizza, que en su día sirviera a Bertolucci como cartel de ese monumental tostón que es “Novecento”. Y si me fijo ahora en este buscado icono (que algunos vimos bastante más parecido a una apoteosis de Lina Morgan en La Latina) es porque apenas veinticuatro horas después de esa fotografía, la Guardia Civil llevó a cabo una redada ordenada por la Juez Mercedes Alaya y detuvo a varios exdirectivos del Servicio Andaluz de Empleo por presunto fraude en los cursos de formación, entre ellos la que fuera Delegada de Empleo de la Junta de Andalucía en Almería, Francisca Pérez Laborda. Lo apunto como dato más cercano, porque en total fueron dieciséis personas detenidas en las ocho provincias andaluzas. Y aunque la presidenta Susana Díaz suele decir que esto de la corrupción en Andalucía son “cuatro golfos”, en esta ocasión son siete ex delegados de Empleo; cuatro ex directores generales de formación y tres responsables de los consorcios de formación. Casi nada. Todos ellos cargos de responsabilidad nombrados por el Gobierno socialista de la Junta de Andalucía entre los años 2008 y 2012. Doy estos datos tan precisos para facilitar a los votantes socialistas la posibilidad de conocer bien a quiénes pueden ir a ovacionar a la puerta de los juzgados, como hemos visto hacer en ocasiones a algunos aficionados animando a futbolistas defraudadores. Y es que así están las cosas en Andalucía después de tres décadas de socialismo rampante: una cleptocracia sostenida por forofos, agradecidos y emocionados.
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