Almería es diferente

Carlos Sánchez
23:46 • 27 mar. 2015

Después de los resultados de las elecciones andaluzas no me queda duda: Almería es diferente. Y lo es porque los almerienses han dicho alto y claro que no están dispuestos a contribuir con su voto a seguir perpetuando a un gobierno socialista que, después de 33 años de autonomía, nos ha llevado a encabezar las listas de paro europeas, a manchar de corrupción el nombre de Andalucía y a que los andaluces seamos los que más impuestos pagamos.


Susana Díaz y el PSOE deberían preguntarse qué están haciendo mal para que, elección tras elección, no sólo el PP sea la fuerza más votada en la provincia, sino que esté aflorando un sentimiento, cada vez más intenso, de ‘almeriensismo’ frente al poder centralista sevillano del gobierno andaluz.


Son muchos los almerienses que se muestran convencidos de que a Almería le hubiera ido mucho mejor con Murcia e incluso hay quien, sin tapujos, reclama ya el autogobierno. Esta falta de sentimiento andaluz no es algo nuevo. Si nos remontamos al 28 de febrero de 1980, día del Referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía, recordaremos que los almerienses no lo apoyaron, ya que se establecía que hacía falta, al menos, que la mitad más uno de los electores de cada provincia dieran su voto favorable. Almería fue la única provincia en la que no se alcanzó ese porcentaje, quedándose en un 42%. A pesar de lo cual, y tras una reforma express de la Ley Orgánica, fuimos finalmente incluidos en la Comunidad Autónoma Andaluza.




Los sentimientos no se pueden inculcar a palos y si esos palos se prolongan en el tiempo, mucho menos. Y la Junta de Andalucía lleva demasiados años maltratando a Almería, obligándonos a salir adelante por nuestros propios medios, sin ayuda de nadie.


Yo estoy orgulloso de que los almerienses nos sintamos diferentes y de que el color azul rompa la uniformidad imperante, como aparece en el mapa de nuestra comunidad que tanto ha circulado en las redes sociales durante esa semana, donde una esquina irreductible resiste las embestidas del régimen establecido. Y es que, afortunadamente, Almería sigue siendo distinta, pese a quien le pese.






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