Si malo es creerla, peor es apoyarla  

“Analice y recuerde lo que ha pasado en Andalucía y todo lo que hemos visto a lo largo de estos dos últimos años”

Jose Fernández
01:00 • 05 may. 2015

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz se propone combatir la corrupción “con todas sus fuerzas”. Lo dijo en su intervención de Investidura. Se comprometió, además, a luchar “sin descanso” contra ella, “con un empeño equivalente al hastío de los ciudadanos”. No me digan que no es una hermosa declaración de intenciones. Es más, si usted es comprador habitual de los productos “Marca Susana”, empezará a vislumbrar ya el horizonte de un tiempo nuevo lleno de honestidad y hemisferios de transparencia. Le felicito por sus nobles aspiraciones, pero permítame que le diga que estas declaraciones corresponden, efectivamente, al discurso de Investidura de doña Susana Díaz, pero no al pronunciado ayer, sino al que empleó en su primera investidura ¡en septiembre de 2013! Analice y recuerde lo que ha pasado en Andalucía y todo lo que hemos visto y sabido a lo largo de estos dos últimos años y evalúe si lo que ha hecho doña Susana ha tenido algo que ver con lo que en realidad ha hecho. Eso sí: en este tiempo se han producido, además de detenciones y escándalos vinculados al partido de doña Susana, el PSOE, nuevas declaraciones suyas respecto de su firmeza contra la corrupción: “O acabamos con la corrupción y con los corruptos, o la corrupción se convertirá en un lastre demasiado pesado para nuestra democracia. Hay que dejar de lado las excusas y ponerse a la tarea”. Eso lo dijo en la tribuna del Parlamento… ¡en septiembre de 2014! anunciando además 25 Medidas contra la corrupción. ¿En qué ha notado usted el impacto de ese formidable bloque de iniciativas? Bueno, pues mientras se lo piensa, le anuncio dos cosas: que doña Susana está decidida a poner en marcha ¡una Oficina contra la Corrupción! y que ayer mismo anunció “el paquete más potente de lucha contra la corrupción en toda España.” En fin, ya no sé qué produce más vergüenza ajena: que alguien sea capaz de creerla o que alguien sea capaz de apoyarla en el Parlamento.







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