Del cómo será al cómo sería

Ahora que el concepto de Almería como ciudad de futuro viene a ser, en esta inminencia electoral, como esa Esfinge de los Hielos de la novela de Verne que era capaz de atraer y confundir naves y expedicionarios gracias a su helado magnetismo, quizás sea hora de cambiar de género sustituyendo el “cómo será” por el “cómo podría haber sido”. Sí, ya sé que resulta más melancólico, pero no hará falta llegar al nivel irremediable de Balzac cuando decía que cada suicidio era un sublime poema de melancolía. No pensemos, por tanto, en cómo será la Almería que nos prometen los candidatos sino en cómo sería Almería si no tuviésemos el permanente factor limitante de la Junta de Andalucía. No es por ser repetitivo. Es por aplicar el sentido común de pensar en la ciudad de la que disfrutaríamos si, por ejemplo, Almería no tuviese su centro histórico con un Ayuntamiento en ruinas y oculto por una lona-trampantojo desde hace casi una década. Renuncio a la originalidad argumental ante el insólito agravio que supone que nuestra capital sea la única de toda España en acumular un decenio de cochambre en su Casa Consistorial. ¿Seguimos por el Hospital Materno Infantil? Si la Junta hubiera cumplido con el compromiso hecho en 2007, la actual presidenta en funciones, Susana Díaz, podría parir dicho centro, demostrando que además de llevarnos en el corazón, lleva a Almería en el DNI de su criaturica. ¿Imaginan cuánto empleo habría creado la construcción y puesta en marcha de esa necesaria infraestructura? Ya puestos, ¿qué supondría para Almería una Alcazaba gestionada desde el objetivo de generar valor añadido a nuestra ciudad, y no de ese modo tan cicatero (hasta cerrarla por la tarde querían) con el que se controla desde Sevilla el principal monumento almeriense? Piensen ahora en todo esto mientras escuchan promesas y anuncios fastuosos, sobre todo de quienes representan en Almería a ese poder fáctico que ha devenido en factor limitante de nuestro crecimiento.