La rabieta que paraliza Andalucía

Jose Fernández
01:00 • 15 may. 2015

Acaba de pasar por Almería la psicóloga Rocío Ramos-Paúl, más conocida como “Supernanny”, que ha ofrecido una conferencia enmarcada dentro de la celebración del Día de Familia, destinada a orientar a los padres en el complicado tránsito de la niñez a la adolescencia de sus hijos. Y como esta columna tiene una decidida vocación de servicio público, propongo que alguno de los muchos asistentes a la charla envíe con urgencia a la multinegada presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, alguno de los consejos ofrecidos por la televisiva consultora. Y es que la señora Díaz parece haber vuelto a la adolescencia conflictiva y anda sumida en un extraño bucle, a mitad de camino entre la rabieta que le produce no obtener una mayoría suficiente de apoyos parlamentarios y el desconcierto de no entender que no se cumplan automáticamente sus deseos. Pobre niña rica. Entendible si doña Susana fuera Susanita y corriera por el pasillo a encerrarse con su acné a escuchar la discografía los Gemeliers a toda pastilla. Pero la que está pidiendo Clearasil a gritos no es una niñata insoportable, sino la estadista de fama mundial que quiere ser presidenta de la Junta de Andalucía. No es lo mismo. Y es que el desbarre de la enfurecida aspirante ha llegado al extremo de ponerse desafiante (como en sus debates televisivos) y desplantarse diciendo que “si hay que ir a unas elecciones, se va”. Ese es el nivel. Pero si es por ir a algún lado, se me ocurre algún sitio donde podría irse quien mantiene paralizado el gobierno y la actividad de la Junta de Andalucía al verse incapaz de gestionar la jugada que ella misma diseñó para favorecer sus aspiraciones políticas personales. Y como las niñas caprichosas, niega la realidad y olvida sus propios hechos. Sólo así se entiende que, para rematar la jugada, haya dicho que “no es de recibo que quien ha ganado las elecciones tenga que asumir íntegramente lo que dicen quienes han perdido, porque eso no es dialogar, es dogmatismo”.  Lo dicho: Susana no necesita ayuda política, sino profesional. 







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