Un alcalde para asesorar y dirigir al Instituto de Estudios Almerienses (IEA). Efectivamente, el alcalde de Canjáyar, Francisco Alonso, es la persona responsable de dirigir al IEA, aunque este concepto de dirección ha quedado diluido.
En realidad, ya no hay director del Instituto. El alcalde ha quedado adscrito al Área de Cultura de la Diputación para asesorar al IEA. Y todo esto sin que los miembros del Instituto hayan sido consultados ni hayan podido opinar.
La opinión de los técnicos (funcionarios) de la Diputación, destinados al IEA, pero que no son miembros del Instituto, es lo que se ha impuesto. Y sus opiniones, que conozco y de las que discrepo abiertamente, han servido sobre todo para cambiar de rumbo la orientación cultural del Instituto, incumpliendo los Estatutos.
Según el artículo 1 de los Estatutos, “El Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación Provincial de Almería (IEA) es un Centro de Estudios Locales que, mediante el estudio, la defensa, investigación y difusión de la cultura almeriense, tiene como fin propiciar y fomentar el desarrollo científico, cultural, artístico y socio-económico de la Provincia de Almería”.
Es un texto que fue ajustado en 2007, en una revisión de los Estatutos. Cumplir esta exigencia es bastante complejo, a tenor de la fórmula que se ha impuesto al IEA, teniendo en cuenta que la misión impuesta al Instituto es organizar actividades culturales en los pequeños pueblos de la provincia. Es el criterio en marcha, sin contar nunca con los miembros del IEA. Y a eso hay que añadir el gran error que fue eliminar las juntas de departamento, en la etapa del IEA que fue dirigida por el profesor Valeriano Sánchez Ramos.
Tras lo cuatro años de Rafael Leopoldo Aguilera, como director del IEA, no exento de polémicas, el Instituto consolida su vinculación al Área de Cultura.
De hecho, en la anterior corporación, la diputada de Cultura tuvo sobre el IEA bastante influencia, una dimensión que todo apunta va a aumentar en esta etapa. Y además, con un alcalde al frente que va a compatibilizar el gobierno del Ayuntamiento de Canjáyar con la dirección del Instituto. Cuando el IEA se fundó, el área de Cultura tenía su programación de actividades en los pueblos de la provincia. Y el IEA, a lo suyo, independiente del Área de Cultura.
Durante la anterior corporación, también presidida por Gabriel Amat (PP), hubo reuniones con técnicos de la Diputación para tratar sobre los entes autónomos. De hecho algunos de esos entes fueron absorbidos y desaparecieron. El IEA se salvó de momento.
La opinión de los técnicos del IEA que, reitero, no son miembros del Instituto, fue imponer que el Instituto se tiene que dedicar a los pueblos y punto. Esa línea ya se estuvo aplicando en los cuatro últimos años. Y ahora, se va a intensificar. Me pregunto por qué no han nombrado director del IEA al técnico que más destaca con sus criterios en contra de la línea fundacional del IEA.
Aplicar una nueva dimensión al IEA exige cambiar los Estatutos. Y eso sólo puede hacerse convocando el pleno del Instituto para que sean sus miembros los que estudien, debatan y propongan nuevos estatutos, que tendrían que ser sometidos posteriormente a la aprobación del pleno de la Diputación.
De momento, tal como están las cosas, el IEA difícilmente puede “fomentar el desarrollo científico, cultural, artístico y socio-económico”. De seguir así, está condenado a desaparecer, si no es éste el objetivo marcado por el gobierno de la Diputación. Y si no, al tiempo.
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