En la segunda parte de El Quijote, Cervantes cuenta el episodio del acoso que el hidalgo sufre en sus aposentos por parte de una dama llamada Altisidora, que con sus requiebros tienta su virtud y su lealtad a Dulcinea. Al referir este suceso más tarde a su fiel escudero, Sancho Panza, éste no reprime su indignación por la actitud de la atrevida visitante: “Crueldad notoria –lamenta- y desagradecimiento inaudito. Hideputa, y qué corazón de mármol, qué entrañas de bronce y qué alma de argamasa”. Me permito arrancar este fragmento de la monumental obra a raíz de la carta que los trabajadores de la Escuela de Mármol de Fines acaban de enviar a la presidenta de la Junta, Susana Díaz (la que afirmó que llevaba a Almería en su corazón) reclamándole el pago de las ¡dieciséis nóminas! que la administración autonómica aún les adeuda.
Misiva Reproduzco parte de la misiva: “Esto es inaguantable para cualquier familia. Estamos viviendo en la miseria absoluta, renegociando hipotecas, rehipotecando nuestras viviendas y con la caridad de amigos y familiares porque ya no nos queda nada, ni siquiera dignidad.” No es difícil imaginar la situación por la que deben estar pasando no sólo los profesores y alumnos de este centro abandonado a su suerte por la Junta, sino también la de sus respectivas familias, muchas de ellas con niños.
“Apoyo a la comarca” Les recuerdo también que la presidenta de la Junta no tuvo el más mínimo problema en recoger –en noviembre de 2014- el Premio que la Asociación de Empresarios del Mármol le otorgó por su “decidido apoyo” a la comarca. Rescato ahora parte de lo que, con el galardón en la mano, dijo la presidenta: “La Junta de Andalucía va a seguir impulsando programas e iniciativas que mejoren las empresas de la comarca y vamos a continuar poniendo recursos para que puedan desarrollar todo su potencial y su capacidad, para que se traduzca en riqueza y creación de empleo.” Llámenme loco, como el Quijote, pero creo que los trabajadores de la Escuela del Mármol no tienen dudas acerca del material con el que debe estar hecho el corazón -y la cara- de la presidenta.
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