En este país nos están haciendo volver cada vez más a las cavernas. Los caminos que nos llevan a ellas son diversos pero quiero destacar, entre otros, el prototipo de joven con éxito que se ve reflejado en programas televisivos como, por ejemplo, “Mujeres, Hombres y Viceversa”.
La materia gris nos la tienen noqueada y así son capaces de proponernos una educación esperpéntica, que raya la irrealidad, como los ciclos formativos para que las mujeres aprendan a ser buenas amas de casa, y a los hombres para, supongo, cultivar su hombría, les ofrecen ser toreros con formación homologada. No es broma, yo también creía que lo era pero van en serio.
Afortunadamente el sentido común en otros lugares del mundo se impone: el feminismo será una materia oficial en las escuelas australianas. En él los y las estudiantes aprenderán igualdad de género, en un curso completo donde estudiarán, en 30 temas, cómo está relacionada con la violencia doméstica, la visualización del género en los medios de comunicación, datos estadísticos sobre la brecha salarial, la presencia de las mujeres en los deportes, etc.
Las personas jóvenes son más críticas en los comportamientos machistas diarios o, incluso, en los que puedan ejercer o sufrir en primera persona: ¿sabríamos ser críticos y valorarlos nosotros y nosotras? Hay días en los que los y las feministas nos levantamos fuertes y somos capaces de ir cuestionando la sociedad en la que vivimos, pero otros nos levantamos cansadas, incluso no nos quedan fuerzas para rebatir los discursos de “falsa igualdad” de los y las neomachistas, como señala H. Marcuse, y que difícilmente se van a declarar machistas.
Dicen: “Yo no soy feminista ni machista, yo creo en la igualdad”. El machista se caracteriza por tener actitudes, conductas y creencias de superioridad del hombre respecto a la mujer: ¿sabe lo quees ser feminista? En ese nuevo discurso resaltan frases como: “También hay violencia de género contra los hombres” y “existen muchas denuncias falsas”, ante esto decir que la Fiscalía General del Estado dice que son el 0,018%. No tengo nada más que explicar: la cifra habla por sí misma.
E incluso ridiculizan el lenguaje inclusivo, aún sabiendo que el lenguaje es importante: lo que no se nombra, no se ve y lo que no se ve no existe. Tampoco nos gusta que nos acosen verbalmente por la calle, ni que nos intimiden con las miradas o nos invadan el espacio en los lugares públicos. Queremos ser libres también e ir seguras por la calle.
También dicen o escriben en las redes sociales: “Me da igual que sea un hombre o una mujer, lo que importa es la persona”. Este argumento, repetido hasta la saciedad en las organizaciones políticas y sociales, hace que no se tenga participación igualitaria y representativa . Se jactan diciendo: “También debería de existir un día del hombre”, y ante esto recordar que el día 8 de Marzo reivindicamos los derechos ante la desigualdad que vivimos en el ámbito laboral, económico, político y familiar. Claman: “Ya hemos conseguido la igualdad” y no ven la brecha salarial, las mujeres asesinadas, la falta de representación política, la nula visualización en los medios de los logros políticos, científicos, sociales y deportivos de la mujer. No estamos solas en esto, hay también hombres que han empezado a organizarse, los primeros que lo hicieron son los miembros de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE).
El feminismo es la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades entre todos los seres humanos. Busca la igualdad y ésta, además, busca erradicar todas las violencias. Creo en la igualdad y por eso soy feminista: ¿y tú?
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