Si nos ponemos a recordar

“En 2015 el norte de España era verde, y en 2015, marrón, casi negro. No es preciso recordar nada, sino detener a los causantes”

Rafael Torres
22:40 • 03 ene. 2016

Los años pesan, pero ninguno se hace tan pesado como su recordatorio, ese que por éstos últimos días de diciembre los medios se empeñan en desplegar. Recordar ahora lo ocurrido en 2015, que más o menos es lo que ha pasado cualquier año desde que nos alcanza la memoria, no sólo es pesado e ingrato, sino horrible, pues no se compagina con la necesidad de enterrarlo, siquiera figuradamente, como condición indispensable para que nazca un año nuevo. Pero es que, además, rememorar ahora ese cadáver que no lo es aún significa añadir el recuerdo a la conciencia de lo que está pasando ahora mismo, 2015 todavía, y que es, por ejemplo, que el verde norte de la Península arde por los cuatro costados. Por los cuatro, pues las llamas lamen la misma orilla del mar.
Si nos ponemos a recordar lo que está pasando ahora mismo en el país de los empates grotescos y de las subidas de dos euros en el salario mínimo, que con semejante incremento se hace más mínimo todavía, hallaremos también un presidente mendicante, bueno, dos, Mas y Rajoy, cada uno a su estilo y ambos en funciones, una porción de perturbados sueltos que violan ancianas en los geriátricos o tienen encerrados a sus parientes en sucios y fríos palomares, y otra porción de psicópatas dormidos que, cuando despiertan, asesinan a sus mujeres. Si nos ponemos a recordar lo que no ha pasado, pues está pasando, nos vamos a abrumar, seguro, con esa doble mirada, pero también nos vamos a quemar las dos con esos doscientos o trescientos incendios que han asolado y siguen asolando Asturias, Cantabria, el País Vasco y Navarra.
En 2015 el norte de España era verde, y en 2015, marrón, casi negro. No es preciso recordar nada, sino detener a los causantes de ese brutal destrozo y propinarles castigos ejemplares, pues en las cárceles, donde ya hay algunos ricos, sigue sin haber pirómanos. El caso es que las lluvias, todas las lluvias, se han ido a Inglaterra, a Dallas, a Paraguay, a Argentina, en tanto aquí nos quedamos, en éste caso sí, con su recuerdo.







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