Empezamos un año nuevo. Un ciclo lleno de nuevos propósitos, proyectos, sueños y con un día más, porque el 2016 es bisiesto; el mes de Febrero, como cada cuatro años, tendrá un día 29. Este fin de año, cuando mi amigo y poeta Javier Irigaray me felicitó el año nuevo, dijo: “Este año viene con un día más, para que podamos hacer todo lo que tenemos proyectado”. Y sonreí, porque no paramos de realizar actividades y hacer realidad nuestras inquietudes. Pero no sé si quiero un día más: en tan sólo cinco días 2 mujeres han sido asesinadas por violencia machista.
El año 2015, según cifras oficiales del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 57 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas; en plataformas especializadas, como feminicidio.net, cifran los asesinatos y feminicidios en 109. Lo que es un hecho es que las cifras crecen en los últimos años. Según el Ministerio, en el año 2012: 52. Año 2013: 54. Año 2014: 54. Y este mes de diciembre ha sido especialmente terrible: 14 mujeres han sido asesinadas mientras las fuerzas políticas andaban ocupadas en jugar a “Juego de Tronos”, con alianzas y demás historias se están olvidando que urge un Pacto de Estado y reacciones contundentes. Los medios de comunicación no ayudan tampoco en el tratamiento y sensibilización. Los titulares siguen diciendo: “fallece”, “muere” etc. o vemos en el Informativo Matinal de la TVE 1: “Vamos al menos a una noticia amable. Día de luto en Madrid por el fallecimiento de una mujer a manos de su pareja” ¿Un asesinato es amable? Podríamos pensar que estos días trabajan los y las becarias y también preguntarnos: ¿ésta es la sensibilidad que en violencia de género tienen los casi profesionales? ¿Esto es lo que entienden por noticia amable? Hay que seguir trabajando en coeducación y denunciar con contundencia las palabras que dirigen desde sus púlpitos, como por ejemplo, las del prelado Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo, afirmando que la mayor parte de los casos de mujeres asesinadas ocurren porque ellas piden el divorcio. O las del periodista Antonio Burgos que, en el twiter y en su artículo en el ABC, escribía: “¿Por qué las tiorras separatistas de Bildu o de las CUP son feas?”. Insultando a las mujeres por su aspecto físico y, con el insulto, dando forma a la legitimación de la violencia machista. Y que además, como dice el profesor de Historia de la Universidad de Almería Óscar Rodríguez Barreira, tiene connotaciones históricas: “es poco original y franquista”, refiriéndose al comentario, “la propaganda rebelde durante la Guerra Civil llamaba tiorras y viragos resentidas a las milicianas”. Hay que ser contundentes con comportamientos, como éste, que no ayudan nada a prevenir la violencia sobre las mujeres: el pasado 2 de Enero, el árbitro de un partido de fútbol de la Liga Regional Femenina, ha tenido que ser suspendido mientras se le abre un expediente porque denigró a una futbolista al mostrarle una tarjeta amarilla “por guapa” y menospreció al resto del equipo, incluso llegando a humillarlas riéndose de ellas en diversas ocasiones.
Estamos hartas de que se nos cuestione, insulte y ridiculice por tener opinión propia y crítica, por la vestimenta, la sexualidad, el aspecto, el trabajo, la preparación académica, por ser protagonistas de la vida política, cultural, etc., ni por ser reinas magas. No se pueden quedar inmunes ni legitimar estas conductas, ni con el silencio ni con la no acción. Y nosotras y nosotros no vamos a desfallecer denunciándolo y plantándole cara, juntas o individualmente, como la joven Sheila Fuentes, que puso una mesa con 57 lazos violetas y se anudó un pañuelo, del mismo color, en la boca junto a un cartel que decía: “Dame un abrazo”; consiguiendo una hilera de personas conmovidas entre lágrimas y voces al oído que le decían: “No te preocupes, nosotros te ayudaremos”. (No tengas miedo llama al 016 es gratuito y no deja rastro en la factura).
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