¿Y qué se hizo de esas oscuras desbandadas humanas que van por Europa huyendo de la guerra? Un refugiado no es propiamente un inmigrante. A lo largo de los siglos fue cristalizando una doctrina acogedora para los desheredados de todas las catástrofes, especialmente para aquellos que se quedan sin tierra, hogar, patria sin otro remedio que huir a la buena de Dios y a lo que quieran hacer de ellos los pueblos hospitalarios. Esto de la acogida también se está llenado de miedos y sospechas. A uno que tenía bien asegurada su vida y su hacienda se le ocurrió decir que entre los visitantes iban tam0bién amenazadoramente mezclados los yihadistas.
Comenzaron pues los recelos, las alambradas, las concertinas que más que música son cuchillos, los, guardias armados, los perros amaestrados y sobre todo el frio y el hambre y la sed de las mujeres y niños que no parecen inquietar el corazón de las autoridades fronterizas. Naciones tradicionalmente comprensivas y que conocen bien lo que es la guerra, como Alemania, Suecia y Noruega, etc, comienzan ahora a entrar en contradicción con sus respectivas burguesías acomodadas.
A los refugiados, a lo que parece, no los quiere nadie en Europa, precisamente la patria de los derechos humanos. Toda la organización sanitaria y de sustento resulta insuficiente para aliviar el desconcierto de estas oleadas abandonadas a su suerte que ya no saben adónde ír. En principio, los países de la Comunidad Europea llegaron a un acuerdo de redistribución de los refugiados según un criterio de población, renta y nivel de vida.
Todo ha resultado una desesperante frustración. Seguimos viendo escenas aterradoras de pateras que naufragan y de mujeres y niños que aparecen días después en playas desiertas.
Quizá los arboles no nos dejen ver el bosque. Entre acongojantes noticias de bombas de hidrógeno, guerras petroleras y hambrunas a africanas, entre los miedos que ahora se airean tanto con motivo del cambio climático, quizá no nos quede humor ni tiempo para sensibilizarnos como se debede la cotidiana tragedia del hombre huido bajo los bombardeos.
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