Viendo esta semana, en la constitución del Congreso de los Diputados, el espectáculo dado por la diputada de Podemos, la señora Bescansa, con su lactante entre sus brazos en su banco del hemiciclo, traspasado de vez en cuando a manos de sus correligionarios, saliendo a votar con él en sus brazos e incluso dándole a mamar en varias ocasiones, dada la larga duración de la sesión, vino a mi memoria el titulo de una película española de los años 50. Se trataba de ‘Recluta con niño’ del recordado José Luis Ozores, protagonista habitual de las películas de aquellos años, seguramente recordado por los aficionados al cine de la época: Las clásicas ‘españoladas’. En ella, el recluta llamado a filas se ve obligado a llevar consigo a un hermano pequeño, ante la dificultad de dejarlo con ningún familiar o conocido. Hicieron la mili juntos.
Evidentemente, esta situación del recluta no coincide para nada con la de la señora diputada. No solamente por la posición familiar desahogada de la señora Bescansa, sino porque en su puesto de trabajo, el Congreso, dispone de una magnífica guardería para los hijos de las diputadas y del personal del Congreso que pagamos todos los españoles.
Para los que valoramos el respeto a las instituciones del Estado, representación de la voluntad popular, el comportamiento de la diputada nos ha parecido absolutamente improcedente, provocador y, de ninguna manera, reivindicativo, de una supuesta dificultad, en su caso, para conciliar su actividad laboral con su condición de mujer. Pura demagogia. Su ejemplo no sirve para generalizar. Son miles las mujeres que acuden a sus puestos de trabajo y que no disponen de tantos privilegios como las diputadas y, si fuera posible tenerlas, es fácil imaginar la enorme distorsión que produciría, en los centros de trabajo, la presencia de centenares de niños en edad de lactancia junto a sus madres. No, no ha sido un buen ejemplo para la sociedad española.
Como tampoco ha sido ejemplar la formula elegida por los diputados de Podemos a la hora de prometer o jurar los cargos, obviando descaradamente la formula correcta, cosa que sí hicieron todos los diputados de PP, PSOE y Ciudadanos. Valga como ejemplo negativo la formula de la señora Bescansa: “Prometo acatar la Constitución y trabajar para cambiarla”. Es seguro que la señora Bescansa habrá tenido mejores días.
Es evidente que tales comportamientos, incluido ‘el númerito’ del niño, estaba perfectamente orquestado y coordinado. Nadie puede saber en estos momentos, que futuro le espera a la Legislatura recién iniciada, pero es fácil imaginar lo que puede dar de sí el apetecido pacto del PSOE con Podemos y el resto de fuerzas nacionalistas separatistas y de izquierda radical, y sólo para satisfacer la ambición personal del señor Sánchez, que además cede graciosamente a los independentistas catalanes, cuatro escaños en el Senado, con lo cual podrán tener grupo propio con todo lo que ello significa.
Si la imagen dada esta semana en el Congreso, corresponde a la realidad actual mayoritaria de la sociedad española, produce un indudable bochorno y decepción, teniendo en cuenta el enorme trabajo que tienen por delante los llamados ‘padres de la patria’.
Si a esto unimos la situación actual del problema catalán, se dibuja un horizonte preocupante para el futuro inmediato en nuestro país. Visto lo visto, y a pesar de otras incertidumbres, quizás fuese necesario ir a una repetición de las elecciones que pueda permitir cambiar el sentido del voto de muchos frívolos que, sin duda, los hubo y que, a estas horas, muchos de ellos pueden estar arrepentidos de lo que hicieron el 20 de diciembre.
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