La Voz de Almeria

Opinión

Historia y sociedad

La historia no muere nunca. Compuesta por ciencia y filosofía, la posibilidad de transmitir los conocimientos nos permite comprendernos mejor a nosotros mismos y, por ende, el mundo en que

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A través de los Principios de la ciencia, la Historia estudia la génesis, el desarrollo, la evolución y el esclarecimiento de los hechos humanos, con un sentido trascendental, que se remonta a sus causas permanentes: la filosofía de la Historia. La Historia, comprende ciencia y filosofía; transmite acontecimientos, que ayudan a entender nuestros orígenes; como somos, como hemos llegado a ser lo que somos. La historia es una de las ciencias sociales, interrelacionada con la sociología,  economía, antropología y la Geografía, consideradas “ojos de la Historia”; transmisor de la riqueza espiritual que nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos. 
En frase de Max Weber: “Lo que sucedió no es si no lo mismo que sucederá; lo que hay, procedió en los siglos. Las curvas históricas de los pueblos, no son inmutables, ni de un determinismo somático o racial, sino de aptitudes y hábitos históricos, que varían con el tipo de evolución en las circunstancias ambientales”. 
En el curso de los acontecimientos humanos los hechos se repiten, a través de las civilizaciones. Los pueblos, no sólo se determina en su base somática o racial, sino por sus aptitudes, actitudes y hábitos históricos. La Historia sobrevive, se acumula en el pasado, en el presente y en el futuro, en un proceso de continua interacción. El tiempo hace la historia. La semejanza entre el objeto histórico y el objeto biológico, lleva a Spengler a considerar la historia, como biología o morfología comparada.  Las vidas de las personas no son iguales; ni en el contenido, ni en el orden de los acontecimientos. Sobre la vida biológica, vive cada hombre otra vida de transformaciones, en su cadena vital, propia, única y específica. 
La Historia es crítica y documento; su objeto es la persona y sus circunstancias. “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no salvo a ella no me salvo yo”, pensamiento reflejado en la célebre frase de Ortega y Gasset, a través de la circunstancia, el hombre se relaciona con el mundo; cada hombre escribe la novela de su propia vida, la realidad de su vida humana, cada cual la suya”. Las personas, en sus diferentes épocas y culturas, son engranajes de una historia que condiciona sus consecuencias socio políticas. A cada pueblo le distingue su personalidad cultural, sus valores y sus normas de comportamiento. La vida social viene de un pasado, y va hacia una vida social futura. 
La historia no muere nunca. Heroegger diferencia “entre la estructura de lo histórico y la del vivir individual; Se debe buscar en la historia un fin universal, el fin último del mundo, y aprehenderlo por la razón. Para Keller la vida es el verdadero principio final de todas las cosas. El gran contenido de la historia universal es racional. Una voluntad divina rige poderosa el mundo. La razón rige el mundo y lo único que puede reconciliar al espíritu con la historia universal y la realidad, es el conocimiento de que cuanto ha sucedido y sucede cada día. 
Los hechos históricos, en sí mismos, no se repiten. El hombre que realiza la Historia es el mismo. Lo que sucedió, no es, sino, lo mismo que sucederá. Lo actual ya precedió en los siglos; cada pueblo es actor de su Historia, memoria de sí misma. La sociedad necesita conocimiento del pasado, de “Entender” lo que pasó en siglos pretéritos. El historiador, como notario, da fe de lo que realmente aconteció. 
En su  “Magistra Vitae”  Cicerón, expone que cada periodo tiene sus raíces en épocas precedentes. Al ser la Historia una disciplina científica, tiene como fin, el fiel relato de los hechos causales, que los encadena, incluyendo  aspectos sociales, éticos, políticos y estéticos. ¿Qué es la vida de un hombre, si no se une la vida de sus antepasados, mediante los recuerdos de los hechos antiguos?. El recuerdo del pasado y los ejemplos históricos proporcionan gran autoridad, escribía Cicerón. 
Nada es perenne en el mundo; ni en el hombre, ni en su historia. No hay ni verdades absolutas, ni leyes inmutables, que puedan dar cuenta del curso de la historia, afirma Edward Carr, que considera la historia como un proceso social, en el que participan, los individuos, en calidad de seres sociales y la sociedad. El individuo y la sociedad, son inseparables y complementarios.  Aristóteles, entendía al hombre como “animal político”; lo que somos, lo somos dentro de la sociedad humana. La Historia nada hace; es el hombre, el hombre real, quien lo hace todo, quien posee y lucha, añadía Marx Engels. 
El verdadero sujeto de la Historia es el pueblo, cuyo trabajo conjunto desarrolla las civilizaciones.     La historia es la memoria del tiempo presente. Refiere Ortega que el hombre no tiene naturaleza, lo que tiene es Historia.
Para saber lo que es un hombre, una nación, hay que conocer su historia. Nuestro Cervantes nos transmite en El Quijote: “La historia emula del tiempo, deposito de las acciones, testigo del pasado, ejemplo y aviso de lo presente y advertencia de lo porvenir”.


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