¡Que le corten la cabeza!
¡Que le corten la cabeza! Gritaba la reina de corazones en el conocido cuento “Alicia en el país de las Maravillas”. No tan conocida resulta la organización de empresarios BNI (Business Network International). Se trataba de una organización fundada por Ivan Misner, franquiciada por todo el planeta, también en Almería (A. C. y M. Z.), que desde hace aproximadamente dos años tristemente gestionan los actuales franquiciados. Su filosofía era -y puede que en otros lugares siga siendo- la ayuda entre sus miembros mediante la búsqueda de oportunidades de negocio, permitiendo una sola persona por sector de actividad, bloqueando a la competencia. Su dinámica eran reuniones a la temprana hora de las 6:30 a. m. en un Hotel de esta ciudad (Elba, AH Hotel, Torreluz, Gran Hotel...).
Pero el dinero todo lo cambia. En efecto franquicia y directores ganan dinero por las cuotas de inscripción o renovación que pagan anualmente los miembros, pero probablemente por esta circunstancia, que suponemos legal, han mermado ¡y de qué manera! los valores que hacían interesante pertenecer a BNI. La autogestión por los miembros, que tantos frutos había venido dando, se ha tornado en imposición de “los que mandan”, quienes está visto que pueden modificar unilateralmente las condiciones iniciales, pues existe una cláusula a modo de carta blanca por la que en cualquier momento sin justificación ni explicación alguna pueden “suspender” definitivamente las membresías, del modo que, no al grupo sino a los franquiciados, mejor convenga, y ello sin escrúpulo alguno y a costa de los que durante años no solo han formado parte del grupo sino que han ayudado a mantenerlo aún en épocas de grave dificultad, e hicieron en algún momento pasado que BNI mereciera la pena. BNI ya no es lo que era. No permiten la discusión que siempre había sido sana -y respetuosa, todo sea dicho- y tampoco autocrítica al grupo o crítica a la propia institución, y la pérdida de tales valores no logra sino desprestigiar y desprofesionalizar aquella idea que fue, pero ya no es.
La pandemia ha terminado por desenmascarar a una organización regional amparada por la franquicia SLC, que no cunde ejemplo de aquello que exige y que, cierto es, la mayor parte de sus miembros cumple irreprochablemente, aunque decir todos es decir mucho. Así con motivo al principio y pretexto después de tan desafortunada crisis sanitaria, la evolución y la normativa en vigor no parece del gusto para ser aplicada, y aquellas reuniones presenciales pasaron a ser una reunión a través de una pantalla que lejos de cumplir los objetivos provoca la falta de la necesaria relación personal para afianzar relaciones basadas en la confianza, dificultando y hasta imposibilitando generar el negocio suficiente que haga de esto lo que era.
Al que discrepe, pese a ser miembro de gran aportación al grupo, conocer en profundidad la herramienta y su funcionamiento, y a pesar de mostrar tales discrepancias de frente y con una pretensión exclusiva de lograr una mejora para el grupo, sin explicación alguna, y sin posibilidad de ser oído, se le cesa. En cualquier sociedad moderna es no solo recomendable sino necesaria la posibilidad de ejercer el derecho de defensa antes de poder proceder a una condena. En BNI -de Almería- se impone más aquello de “Alicia en el País de las Maravillas”: ¡que le corten la cabeza!