El esparaván
El esparaván
Se está comentando mucho el caso del joven gallego Diego Martínez Santos que viene de recoger un premio como el mejor físico europeo según la Sociedad Internacional de Física y, sin embargo, aquí en España se ha quedado sin beca Ramón y Cajal. Esto se llama que te salga un esparaván, o sea, un “tumor de la parte interna e inferior del corvejón de los solípedos que llegando a endurecerse produce una cojera incurable”. No es que yo vaya a asociar de manera mecánica o determinante los premios que damos aquí con los que dan por ahí fuera, pero en el I+D español por decir algo (también podríamos referirnos a otros sectores del arte y de la ciencia donde hay cada melón enchufado que tiembla el orbe. Así que no debemos extrañar que cuando menos se piensa salga un esparaván debajo del corvejón.
Podríamos hacer desfilar la lista de cojos mentales que nos dirigen y gobiernan desde puestos de alta responsabilidad. No lo haré precisamente por respeto y admiración a quienes de esto no tienen culpa y trabajan incansablemente sin apenas medios por el sostenimiento de la la cultura española. Dice el joven lucense, no becado, que recortar en investigación o educación no es positivo. El I+D crea valor añadido. Si no investigas, lo único que creas es mano de obra barata.
Ahí, ahí es donde duele el esparaván que crea cojera. Por eso este Gobierno se ha lanzado a la gesta de facilitar el despido poniéndole a huevo al emprendedor la coyuntura de crear empleo, cosa que tampoco sucede demasiado. En este plan a los jóvenes valores autóctonos no les queda otro remedio que exiliarse y fregar platos con dos doctorados. La película de Landa, “vente a Alemania, Pepe” no sería ya campo abonado para paletos ignorantes y ligones sino para nuestros mejores cerebros.