Un barrio de Almería celebrará por primera vez en su historia su propia Semana Santa
Los vecinos se han unido para honrar a su cristo: Nuestro Padre Jesús de la Esperanza que este año recorrerá las calles de Retamar

Los jovenes de Retamar durante los ensayos.
Por primera vez en su historia, el barrio de Retamar vivirá una Semana Santa que resonará en los corazones y en el recuerdo de todos sus vecinos. De ser un lugar donde el silencio de estas fechas se rompía solo con los oficios dentro del templo, ha pasado a convertirse en un hervidero de fe y devoción popular. Este año, tres procesiones recorrerán sus calles, cuando hasta hace apenas tres años sólo se celebraba una pequeña procesión infantil.
Todo ha sido posible gracias a la unión del barrio. Vecinos y vecinas que, movidos por la esperanza y el amor a su Cristo, han ofrecido sus manos, su tiempo y su alma para que Retamar tenga procesiones por primera vez en su historia.
Impulsado por un grupo de jóvenes de entre 16 y 18 años que sentían un gran fervor por su Cristo y querían ver procesionar al mismo por las calles del barrio. Una vez que hicieron la propuesta a su párroco y lo expusieron a los vecinos, todos se volcaron con la causa.

Ensayos de los jovenes en Retamar.
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“Hemos pasado de ser un barrio que no teníamos nada, a tenerlo todo”, dice con emoción uno de los jóvenes impulsores del proyecto.
Más de veinte jóvenes de Retamar han sido los artífices de este renacer. “Retamar celebra por primera vez una Semana Santa con procesiones. Siempre han existido los oficios religiosos, las misas, las celebraciones dentro de la iglesia… pero nunca habíamos llevado nuestra fe a las calles”.
El punto de partida fue la Virgen de Retamar, que desde hace tres años ya procesionaba a hombros. Antes, su paso era remolcado por un coche. Pero este año, con una organización más sólida, surgió la propuesta: ¿por qué no sacar también al Crucificado?
Andrés Francisco Rodríguez Quesada, párroco de Retamar, no dudó. Les animó a reunir una cuadrilla y así comenzó todo. “Fuimos casa por casa, negocio por negocio, pasando la hucha, recaudando fondos. Organizamos rifas, sorteos… hasta que reunimos lo necesario para comprar un trono que hoy compartimos con la Hermandad de El Alquián”, cuenta uno de los jóvenes.
Con el trono llegó el momento de los ensayos, de preparar el cuerpo, pero también el alma. Se formó una cuadrilla de 22 costaleros y costaleras. En Retamar no había túnicas de nazarenos, pero bastó una llamada a las mujeres del barrio que sabían coser, y se pusieron manos a la obra.
Las mujeres del barrio, con aguja en mano y corazón en vela, han cosido cada túnica con esmero, mientras los hombres han ayudado montando andamios y el trono que portará al Crucificado. Una muestra viva de lo que puede lograr una comunidad cuando late al unísono.
Y no podían faltar las mantillas. Aquel mismo grupo de mujeres que ya acompañaban a la Virgen en las fiestas patronales, ahora caminarán con paso solemne junto al Cristo en la Semana Santa. Es la primera vez, pero no será la última.
Este año, la Semana Santa comenzará el Viernes de Dolores, con la procesión infantil de la Virgen de los Dolores, que ya cumple su tercer año consecutivo. Pero la gran novedad será el Lunes Santo: por primera vez, Retamar se vestirá de cofradía y celebrará su primera estación de Penitencia por las calles.

Cartel de la Semana Santa de Retamar.
El Viernes Santo se mantendrán los tradicionales oficios religiosos, junto al emotivo besapiés y la subida del Santo a su altar. Y llegará entonces el Domingo de Resurrección, cuando Retamar vivirá algo nunca antes visto: la procesión del Resucitado y el encuentro de Cristo con la Virgen.
Para ello, los vecinos adornarán la calle Vereda del Mero el sábado por la tarde. Al concluir, acudirán juntos a la Vigilia Pascual. Y la mañana del domingo, los niños llevarán a su Cristo y los adultos a la Virgen, que cambiará su manto de luto por uno de gloria. Entonces, juntos, barrio y devoción caminarán en procesión, celebrando la vida que vence a la muerte.
Retamar ha encontrado en la Semana Santa no sólo una expresión de fe, sino un reflejo de su alma. Un barrio unido por su Cristo, Nuestro Padre Jesús de la Esperanza.