El mes de diciembre de 2006 supuso uno de los episodios más negros en la historia de la agricultura almeriense. Las autoridades sanitarias holandesas y alemanas detectaron en una partida de pimientos almerienses restos de isofenfos metil, un plaguicida no autorizado que provocó un auténtico revuelo en el campo almeriense, causando fuertes daños a su credibilidad.
Diez años después, la situación ha cambiado de forma radical. La agricultura intensiva almeriense es la que produce las frutas y hortalizas más seguras del mercado, una afirmación que se sostiene en la confianza que las grandes superficies de venta de alimentos tienen en los productos que importan desde el sureste español.
Esta mejora se debe, en buena medida, al gran elenco de técnicos, investigadores, analistas y responsables de empresas que dieron un paso al frente a la hora de asegurar el control sanitario de los productos que llegan a las comercializadoras y subastas para luego emprender el camino hacia el Viejo Continente.
La seguridad alimentaria de La Unión
El caso de Alhóndiga La Unión es paradigmático en este sentido. La principal comercializadora hortofrutícola de Almería, con un volumen de producción superior a las 400 millones de toneladas anuales, tiene en la seguridad alimentaria uno de sus principales avales. Lejos de ser una estrategia de marketing, el trabajo en materia de seguridad alimentaria de Alhóndiga La Unión es digno de estudio.
El equipo de Calidad Alimentaria de La Unión es el encargado de asegurar que las frutas y hortalizas que cada día llegan a sus instalaciones cumplen los requisitos en materia de higiene y calidad. Maria Martín, responsable de este departamento compuesto por más de cuarenta trabajadores, explica que el protocolo o 'plan de muestreo' que sigue la empresa para comprobar el género consta de las siguientes fases: "en primer lugar, se realizan análisis en el invernadero de cada agricultor que lleve su producto a la alhóndiga. El segundo análisis se realiza cuando entra el género en nuestras instalaciones. Por último, hacemos una toma de muestras en las líneas de confeccionado y manipulado".
La agricultura almeriense y la Gran Distribución
El volumen ingente de frutas y hortalizas que comercializa cada día Alhóndiga La Unión obliga a extremar las medidas de control sobre el producto, más aún a sabiendas de que los clientes, la Gran Distribución española y europea, imponen controles más restrictivos que las propias autoridades sanitarias de los países.
A pesar de que algunas voces del campo almeriense se han levantado contra las exigencias de estas cadenas de supermercado, la opinión de la mayoría del sector es distinta. "Nos han obligado a adaptarnos a los más altos estándares de calidad, empujándonos a intentar alcanzar grados de excelencia que hacen que hoy nuestros productos sean de los más seguros del mercado", opina la responsable de calidad de La Unión.
Es el caso de los clientes habituales de la huerta de Europa: Mercadona, Lidl, Carrefour, Tesco, Edeka, etc. Muchos de estos 'gigantes' del retail tienen normativas específicas para controlar la calidad y la seguridad de los productos que compran, al margen de las propias exigencias de la propia Unión Europea.
Para comprender cómo operan estas grandes superficies, Maria Martín expone el caso de los supermercados alemanes (Lidl, Edeka, Rewe, etc.): "En lugar de basarse en los LMRs -el instrumento de la Unión Europea para el control de residuos-, utilizan las ARfD o 'dosis aguda de referencia'" para controlar los residuos, una técnica que se basa en las posibilidades de que una persona contraiga una intoxicación en base a los plaguicidas encontrados en los alimentos".
Esto hace que la concentración de plaguicidas permitidos en los alimentos sea menor que con los LMR. "No son medidas de presión a los agricultores, sino que tienen su razón de ser en que las demandas de los consumidores en este sentido son cada vez más exigentes", explica la responsable de Calidad Alimentaria de Alhóndiga La Unión. En el caso de Lidl, los estudios internos realizados por el supermercado sugieren que no se pueden superar cinco materias activas con una concentración de un tercio de los LMRs fijados por la Unión Europea.
El interés por afianzar las relaciones comerciales con estas grandes empresas obliga a las comercializadoras hortofrutícolas a avanzar en sus protocolos de calidad. El objetivo de La Unión es, según nos cuenta Maria Martín, intentar conseguir en todos sus productos el conocido como "residuo cero"; es decir, la reducción extrema del uso de pesticidas y otros productos químicos. Un objetivo difícil de conseguir, pero no imposible, como muestran los avances en control biológico, “algo que terminará por imponerse en toda la agricultura almeriense”, asegura Maria Martín, o la progresión realizada en investigación de suelo y cultivos a nivel microbiológico, algo en lo que La Unión ya está trabajando en su laboratorio de análisis. En definitiva, mejoras que posicionan los productos almerienses, y en especial los de La Unión, en la primera línea de los supermercados más exigentes, aquellos en los que todos los productores de alimentos aspiran a estar.
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