Las alarmas del sector hortofrutícola han saltado a causa del incremento generalizado de los costes, unido a una palpable amenaza de desabastecimiento en el caso de insumos concretos. Lo han puesto sobre la mesa las organizaciones agrarias y las entidades sectoriales como Fepex, aportando datos que evidencian las consecuencias de la crisis global de suministros en el negocio hortofrutícola.
Cuando parecía que la batalla del sector estaba en las cotizaciones de las frutas y las hortalizas, aparece el fantasma de la carestía de los factores de producción, capitaneada por la factura energética. Sin detenerse a comparar diferentes análisis y sin dejarse llevar por alarmismos, lo cierto es que este problema puede causar efectos irreperables, sobre todo si se prolonga demasiado tiempo, según todos los indicadores y los puntos de vista.
Las cuentas del agricultor
Si al agricultor no le salen las cuentas tampoco les salen a la provincia de Almería. Esto ya estaba comenzando a estar claro a lo largo de las últimas campañas por culpa de las cotizaciones hortofrutícolas en los mercados europeos. Ahora, el peligro viene desde la otra orilla. Desde la sostenibilidad de la estructura de costes.
Antes de que se declarara oficialmente la pandemia, el sector hortofrutícola intensivo salía a la calle a poner sobre la mesa una situación crítica en relación con los precios, acompañada siempre de una escalada constante, campaña tras campaña, de los costes de producción.
Precios cada vez más bajos y costes en progresivo ascenso eran el argumento más sólido para presentar ante la sociedad y las instituciones públicas el peligro de una fractura absoluta de la rentabilidad. En buena media los argumentos del sector presentaban una situación estructura del sector hortofrutícola que podría rebasar los umbrales de la sostenibilidad económica. Ahora, los costes están alcanzando valores inimaginados en aquellos planteamientos. ¿Hay que considerar la situación como un fenómeno meramente coyuntural? Probablemente, nadie lo sabe a ciencia cierta, pero los desencadenantes geopolíticos del problema que están complicando los suministros de gas presentan todos los síntomas de perdurabilidad en el tiempo. Algo parecido sucede con las limitaciones reveladas por el modelo energético, vinculadas con las fluctuaciones al alza del precio del petróleo, unido al problema del gas antes mencionado.
En medio de esta tormenta global, los agricultores almerienses tendrán que atravesar las aguas revueltas de la crisis de insumos. Lo único que puede obrar en su favor es que sus colegas del norte y del centro de Europa probablemente lo van tener aún peor, ya que la dependencia energética y la estructura de costes que presentan es de mayor alcance. En cualquier caso, esto solo ha comenzado.
Según Fepex, la escalada del precio de los insumos se sitúa entre el 5 y el 7% de forma global para las frutas y hortalizas de Almería. Este es un cálculo que parece menos alarmante que el presentado por las organizaciones agrarias, pero es solo una cuestión de puntos de vista. El problema es grave con independencia de los argumentos esgrimidos.
El fenómeno
Desde una perspectiva privilegiada por el papel que desempeña SUCA, su responsable de la delegación de Granada de esta entidad, Alfonso Pascual, ha confirmado en SER Agricultor el espectacular avance de algunos de los insumos más recurrentes de la agricultura almeriense compartida con la granadina.
Este efecto está ya llegando a los agricultores y “lo va a seguir haciendo con mayor intensidad en los próximos meses”, según Pascual. El efecto de los precios que se disparan y el temor a la no disponibilidad está induciendo en muchos agricultores a la decisión de adelantar las compras y reforzar el aprovisionamiento.
Como ejemplo de esta tendencia, que ha sido denunciada y por las organizaciones con agrarias con cifras alarmantes, el directivo de SUCA, habla del glifosato, que ha pasado de costar 2,40 euros el envase de 20 litros a 8,50. “Además, está llegando con cuenta gotas y se espera que siga subiendo”. Otros insumos, como la urea granulada al 46%, sencillamente han desaparecido. Eso sí, después de experimentar un notable encarecimiento, pasando de moverse entre los 240 y los 250 euros la tonelada a los 800. Igualmente sucede con otro insumo que ilustra perfectamente este preocupante fenómeno como es el nitrato potásico. Las cifras hablan por si solas: hace dos meses una tonelada costaba en torno a los 700 euros. Hoy ya vale 1.600.
Más allá de estos dos grandes insumos Pascual llama la atención por el efecto de esta subida precios en productos como, los plásticos y los hierros. ¿Qué puede pasar? Pascual reconoce que es difícil aventurarse en una predicción al respecto de esta subida de precios. En ese sentido, recuerda un episodio algo similar que se vivió en la agricultura almeriense entre 2007 y 2008, en relación con los fertilizantes. “En aquella ocasión, los agricultores dejaron de fertilizar aprovechando que los suelos estaban bien nutridos en términos generales y la situación acabó siendo controlad. Ahora, nadie sabemos lo que va a pasar”.
No obstante, Pascual espera que a partir de marzo, la climatología permita que se ajusten los precios de la energía y puedan ajustarse los mercados, debido a una esperada reducción de la demanda de electricidad y gas. Aunque, esta expectativa no deja de ser, desde su punto de vista una especulación acorde con el comportamiento registrado en años anteriores.
Nutrición vegetal
En otro orden de cosas, esta situación de carencia de suministros y precios disparados también va a tener consecuencias en la industria auxiliar y biotecnológica almeriense.
En el caso de las empresas que desarrollan y comercializan bionutrientes, o soluciones microbiológicas los efectos de esta situación se padecen de forma lineal en cuanto a la carestía energética y a la disponibilidad de sustancias concretas. Pero, los efectos son menores para las empresas que basan la mayor parte de sus producciones en sustancias químicas.
Según algunos de los operadores almerienses del sector consultados por Agricultura 2000, las soluciones biológicas pueden verse beneficiadas como sustitutos de productos convencionales cuyos precios se están incrementando de manera mucho más acusada.
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