Cierra el kiosco Milán que antes fue Bonillo

Abrió a principios del siglo pasado en el Paseo y a su alrededor se cambiaban las novelas del 0este

El kiosco Milán, situado en la parte central del Paseo, cambiará ahora de nombre.
El kiosco Milán, situado en la parte central del Paseo, cambiará ahora de nombre.
Manuel León
01:00 • 07 jun. 2016

En unos días se convertirá en una tienda de regalos y souvenirs y dejará a atrás toda una pátina de años de supervivencia a base de vender el Diez Minutos, el diario Pueblo, de Emilio Romero, o las novelas de Marcial Lafuente Estefanía.




Cierra el Kiosco Milán, en el ecuador del Paseo, como tenderete de prensa diaria, como templete donde aún los jubilados husmeaban la actualidad del día levantando la piedra que protegía los ejemplares contra el viento, con el afán de leer de gorra los titulares del día de forma atropellada. Estaba también especializado en los comics de superhéroes como los de Marvel y Spiderman.




Los hermanos Borrego Milán, José y Francisco, han bajado la persiana, buscando nuevos pastos donde sacarse el jornal, en la Avenida del Perú. “Se ha hecho muy complicado por el margen de la distribución y porque hay que estar siempre al pie del cañón, todos los días del año, aunque hemos tenido siempre unas ventas muy buenas de periódicos”, explica José.




Han estado 17 años al frente de este negocio, en la acera izquierda del Paseo arriba, después de regentalo unos pocos años Manuel del Aguila, que  también administraba el kiosco Arjona, en la Avenida del Mediterráneo, y el Estanco Amigo. Antes aún fue el Milán, el kiosco de la familia Bonillo, inaugurado por Juan Bonillo en los primeros años del siglo XX y seguido por sus herederos como José Jesús Alonso Cózar.




Los Bonillo regían también la distribución de la prensa diaria desde una oficina en la Plaza Urrutia. Allí, en el  puesto de Bonillo, se vendían también entradas para los toros, para los festivales de flamenco y se dejaban razones para alquilar un piso o las habitaciones libres de las casas de huéspedes. El kiosco, en 1958, se convirtió también en socio protector del antiguo Atlético Almería. Los chavales se arremolinaban a cambiar los tebeos, ejemplares sobados hasta la extenuación del Capitán Trueno o Roberto Alcazar, o compraban chicles y caramelos a la salida del colegio o los primeros cigarrillos sueltos de Ideales o Celtas.




Solo quedan cinco en el Paseo
Los kioscos de prensa del Paseo han sido y siguen siendo durante más de un siglo puntos cardinales de la principal arteria de la ciudad. Allí fluía y fluye la vida real, con esos almerienses que acuden a su espacio, deseosos de empaparse de las noticias del día. Cerró Guillén, en la Plaza de la Leche y también el de Parrilla Pasaje, convertido ahora en una tienda de té. Sobrevive, como decano, el de Plaza, el de Lezcano junto al Carrefour, el de Toñi amparado bajo el ficus gigante, el de Fina, frente al Costasol y el de Mario Cordero, en la parte más alta del Paseo.






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