La neuróloga almeriense María del Mar Carmona Abellán ha recibido el Premio Joven de Investigación 2016 concedido por la Sociedad de Trastornos del Movimiento. El acto de entrega del galardón quedó enmarcado en el XX Congreso Internacional de Enfermedad de Parkinson y Trastornos del Movimiento, celebrado en Berlín el 20 de junio.
Carmona, de 32 años, trabaja en el departamento de Neurología de la Clínica Universidad de Navarra en Pamplona y ha tenido la oportunidad de presentar su trabajo de investigación ante más de 5.000 especialistas de distintos puntos del planeta.
Investigación y tesis
El estudio, titulado Agregados de alfa-sinucleina en sinucleinopatías de las fibras simpáticas cardíacas en sujetos sanos. Correlación con la denervación simpática fue también el tema de su tesis doctoral defendida a principios de año.
Según describre la propia Carmona, que estudió en el Colegio Stella Maris de Almería, el objetivo del trabajo de investigación ha sido “determinar el grado de afectación cardíaca (concretamente de las fibras simpáticas) en pacientes con enfermedad de Parkinson para compararlo con el de sujetos sanos. El estudio trataba de definir la asociación del Parkinson a esa afectación cardíaca de modo que éste podría llegar a convertirse en un marcador de la enfermedad neurológica mucho antes incluso de que comiencen los trastornos del movimiento.
No en vano, la principal conclusión del estudio, explica, fue que el 90% de los pacientes con enfermedad de Parkinson presentan estos depósitos de sinucleína no sólo en el cerebro sino también en el corazón “y en ellos tiene lugar una marcada denervación de fibras simpáticas”, indica esta investigadora.
Es precisamente eso lo interesante del estudio, insiste Carmona, que recuerda cómo se viene a comprobar que nueve de cada diez pacientes con Parkinson tiene afectados los nervios del corazón.
Búsqueda de una terapia
En el momento actual la investigación en el Parkinson se centra “en encontrar una terapia que cure la enfermedad porque, a día de hoy, no existe”. Pero, a su vez, esto “no es posible porque no conocemos la causa de la enfermedad. Si esa terapia estuviera disponible, lo ideal sería iniciarla cuando los síntomas aún no son graves, para que el paciente no pierda calidad de vida”, dice.
“Ahora tenemos que esperar a que tengan síntomas motores para hacer el diagnóstico y cuando eso ocurre ya se han perdido más de 60% de las neuronas de la sustancia negra, la región del cerebro que degenera en esta enfermedad”, explica esta neuróloga.
Detección precoz
De hecho, el trabajo de investigación que ha llevado a cabo va en esta línea y pone de manifiesto que “antes de que eso ocurra existe una fase premotora en la que se afectan otras regiones del sistema nervioso periférico, como el corazón, que ocurre muchos años antes”. Así las cosas, “detectar a esos pacientes sería como detectar sujetos en riesgo de presentar la enfermedad y a los que se les podría frenar el avance de la enfermedad cuando existan fármacos neuroprotectores”.
Por otro lado, efectivamente, la afectación cardíaca es de algún modo marcador de la enfermedad de Parkinson y eso lo diferencia de otros parkinsonismos atípicos, concluye.
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