Los padres y madres de los casi 1.300 alumnos del IES Sol de Portocarrero, en La Cañada, llevan año y medio denunciando ante la delegación territorial de Educación el mismo problema de inseguridad en los accesos al centro educativo y también en todo su entorno. Ubicado junto a la valla del Aeropuerto de Almería y rodeado de varias hectáreas de terreno baldío, al centro sólo se puede acceder en coche o autobús.
Sin aceras y apenas arcén, desde el barrio de La Cañada resulta “peligroso” llegar a pie hasta el centro, explican desde la Asociación de Padres y Madres (Ampa) Almariya. Una de sus representantes, Ángeles Torres, apunta, además, cómo desde otros barrios o cortijillos la llegada hasta el instituto tampoco es más segura. “Hay en la zona un puente con escasa visibilidad y en el que el arcén es tan estrecho que apenas caben dos pies”, apunta.
Desde otros puntos, tampoco mejora y sin acera, sólo hay un pequeño espacio de tierra para poder caminar, dicen desde el Ampa.
Sin vigilancia
Un acceso complicado al que se suma la falta de vigilantes de seguridad. Una figura no estipulada claramente en los distintos centros educativos y que en el IES Sol de Portocarrero es muy demandada por los padres.
“Los alumnos llegan en autobuses hasta el centro, pero no hay control alguno y las entradas y salidas desde el recinto vallado no se controlan”, explican representantes de los padres. Se quejan, además, de que la valla que delimita el instituto está rota “un día sí, y otro también”, lo que acaba por reducir la seguridad.
Los padres exigen a la delegación de Educación que refuerce la seguridad con vigilantes desde las 7.45 horas que es cuando empiezan a llegar los autobuses a la puerta del centro. De momento, y después de año y medio de conversaciones con representantes de Educación, todavía hoy no hay mejoras en este punto, se quejan desde el Ampa Almariya.
Sin cantina ni agua
A esta situación de inseguridad en los accesos, este curso se ha sumado el hecho de que el centro se ha quedado sin cantina. La ubicación del instituto, alejada de cualquier punto urbano, deja a los alumnos y también a los profesores y resto de personal (unas 1.400 personas en total) sin acceso “a agua potable” o a cualquier tipo de comida. “Si a un alumno se le olvida el bocadillo, ya no tiene nada para el resto del día”, se quejan los padres.
Educación les ha explicado a este respecto que la ley que regula las cantinas se ha modificado y que habrá que adjudicar un servicio a través de un nuevo concurso. A los padres no es que les parezca mal que mejoren las normas, pero sí que mientras tanto los alumnos no tengan acceso a nada en un centro que, como el IES Sol de Portocarrero, está lejos de todo.
Esta misma semana, una alumna sufrió una bajada de tensión y no había nada donde poder comprarle una bebida o algo de comida para que se pudiera reponer. “Al final, tuvo que venir una ambulancia”, lamenta Ángeles Torres, que reconoce cómo la dirección y el grupo de docentes están en la misma línea que los padres a la hora de demandar a Educación cuestiones tan básicas para el centro como seguridad y la prolongación del contrato de la cantina, hasta que se resuelva la nueva adjudicación.
Respuesta de Educación
La delegada territorial de Educación, Francisca Fernández, explica que tanto el Plan del centro como el Plan Director, para el control de entradas y salidas y guardias del profesorado, el primero, y para prevención de seguridad con Policía Nacional y Guardia Civil, el segundo mantienen la seguridad en el entorno del centro. No obstante y, haciéndose eco de la demanda de la comunidad educativa, la delegación “está analizando la posibilidad de adoptar medidas de refuerzo para la seguridad”, dice.
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