Han pasado 20 años y las cicatrices de su piel ya han curado, reconoce en esta entrevista que las del alma son más difíciles de cerrar. Amalia Román es concejal de IU, es una mujer luchadora y feminista que durante cinco años de su vida fue víctima de la violencia machista.
¿No tienen la sensación de que al convocarse actos desde todas las administraciones por separado se pierde fuerza?
Eso es algo que hemos valorado en el Consejo Local de la Mujer porque así lo han planteado algunas asociaciones que se coordinaran los actos para no solaparse y que se viese la oportunidad de hacer un acto único. Es cierto que es muy complicado poner a todas las administraciones de acuerdo pero es un objetivo que se ha marcado para 2017.
¿Qué se puede mejorar desde el Ayuntamiento en violencia de género?
Es fundamental que se vuelva a contar con el servicio de asesoría jurídica y es algo que, ahora que estamos viendo los presupuestos, sería el momento de plasmarlo porque es lamentable la partida que se destina a igualdad. Es fundamental que se realicen talleres escolares, ese centro de asesoramiento en los centros de la mujer y la realización de campañas de sensibilización.
Precisamente cada vez son más las menores que la sufren.
Es cierto. Ahora a través de los móviles es tan sencillo controlar a las mujeres y cada vez son más las adolescentes que sufren esta pérdida de libertad. Es una pena que no seamos capaces de lograr que las nuevas generaciones sean más libres y más respetuosas, y lo digo porque lo sé en primera persona.
¿Fue usted una joven maltratada?
Sí, tenía 14 años y lo estuve hasta casi los 19. Es muy duro contarlo pero soy una cara pública de lo que pasan esas mujeres. Cuando escucho que dicen que no entienden cómo las mujeres lo consienten siempre pienso que hay que pasarlo para saberlo, yo dejé de ser yo. Hoy tengo 48 años pero durante casi cinco años me sentí invisible, me quebraron mi juventud.
Todo empieza exigiéndote que no te pongas una falda corta o un escote y al final acabas envuelta en malos tratos, y le perdonas, crees que va a cambiar hasta que un día te ves tirada en el suelo después de una paliza en la que estás a punto de perder el ojo derecho, que no te puedes levantar y te arrastras para huir, y es cuando despiertas.
¿Cómo empezó?
Él era mucho mayor que yo, era mi primer amor y me enamoré locamente de él. La primera bofetada me la pegó un día en el que me puse una falda vaquera y me dijo que me la quitara, que todo el mundo me iba a mirar. Cuando no quise, me pegó una bofetada y me dijo que él era el que tomaba las decisiones, y me fui a casa a cambiarme, me puse una falda larga. Después ya le molestaban los pantalones cortos, los escotes y que le contradijera.
Los golpes fuertes nunca me los pegaba en sitios visibles por lo que como no se veían, yo los ocultaba más. Recuerdo una noche que me llevó desde lo que hoy es Oliveros hasta El Puche, que era donde vivía, dándome palos. Como recuerdo de esas palizas tengo cicatrices, coágulos en el pecho que es donde más me pegaba, y a veces hasta utilizaba toallas mojadas.
Poco a poco pierdes las sonrisa, las ganas de vivir, te anulan. Yo dejé de ir con mis amigas, solamente iba con él y ellas se enfadaban por ello pero es que te aíslas.
¿Por qué aguantó?
Te anulan, entras en un círculo de aislamiento. Además estás convencida de que él te quiere, te valora y que por eso te protege. Me hacía además chantaje emocional porque si no le hacía caso me amenazaba con pelearse con otros amigos, tú acabas en medio y recibes al final los palos. A veces incluso llegas a pensar en que te lo buscas.
¿En su casa no se dieron cuenta?
Nunca. Yo soy una persona muy independiente. Mi madre es una mujer trabajadora y yo trabajaba y estudiaba, y ella siempre confió mucho en mi. El día que me dio la última paliza y le conté a mi madre todo lo que había pasado ella no daba crédito porque soy una persona de mucho carácter. Ella fue la que me ayudó a despertar de esa pesadilla que duró casi cinco años.
¿Cómo rompe su relación con él?
Me tuve que ir un tiempo y dejé todo en manos de mi madre. Nosotros estábamos a punto de casarnos, habíamos comprado incluso una casa y mi madre me mandó a Barcelona a casa de mis tíos, después me fui a la vendimia, y tras unos meses volví a Almería. Entonces nos mudamos de casa, cambié de amigos e intentamos rehacer mi vida.
¿Por qué no denunció? ¿Por vergüenza?
Tengo 48 años, han pasado 20 y las cosas han cambiado muchísimo en este tema, pero es cierto que también me daba vergüenza de hecho me sigue dando y no sé como voy a asumir el día de mañana que lo vea publicado aunque siento necesidad de contarlo, que la gente sepa que te están pegando es muy duro.
Además con esa edad no sabes cómo hacerlo, de hecho yo en los últimos tiempos de la relación ya empecé a trabajar en el sindicato en temas de juventud y empecé a sentirme más valorada. Eso supuso que yo me enfrentara más y por tanto, que se incrementaran las palizas, eran ya casi a diario.
¿Le buscó?
Estando fuera no. Mi madre le amenazó y le dejó claro que lo que yo no me había atrevido a hacer lo haría ella. Cuando regresé sí que vino en mi busca pero yo tenía claro que no quería saber nada y menos volver con él.
Eso sí, estuve muchísimo tiempo con un miedo atroz a salir sola a la calle por si me encontraba con él, tuve un par de encuentros en los que salí corriendo y en otro me quedé paralizada. Ahora miro atrás y pienso en todo lo que arriesgué mi vida. Afortunadamente hace muchos años que no sé nada de esa persona, ni quiero saber.
¿Cómo se sale de esa situación de violencia?
Con mucha fuerza y apoyo de la gente que te rodea. No es fácil, tienes que perder la vergüenza a que tu gente más cercana lo sepa, mi familia y mis amigas fueron fundamentales. También mis amigos hombres a los que rechazaba permanentemente pero que fueron pacientes y estuvieron ahí siempre.
Gracias también a mis compañeros del sindicato, de hecho ahí cambié la labor que hacía más vinculada a temas laborales y de juventud a dedicarme a la lucha feminista, tratar con mujeres en mi misma situación y sin duda eso me ayudó mucho a salir adelante. Eso sí, han pasado 20 años desde que pasó todo pero sigue siendo muy duro recordarlo.
Pero ha rehecho su vida y además ha alcanzado un cargo público.
Por supuesto, y eso es lo más importante porque de esto con fuerza y apoyo se sale. Tuve la suerte de cruzarme con el hombre de mi vida que es el causante de la vida que tengo ahora, al que le debo mis hijos, mi felicidad, el poder estar en puestos públicos, que se ha encargado de mis hijos al 50% e incluso a veces al 75% para que yo pudiera desarrollar mi labor, y que consiguió que dejara de ser una mujer invisible.
Gracias a mi madre, a mi pareja, a mis amigas, a mi familia y esa gente que me apoyó yo hoy soy quien soy y estoy donde estoy.
¿Qué le diría a las mujeres que están en esa situación ahora mismo?
Que de esto se sale. Se ponen muchas cosas en riesgo pero hay que denunciar. Hago un llamamiento para que aquellas mujeres que se encuentran en la misma situación en la que yo estuve rompan porque pueden conseguir un final feliz, volver a sentirse mujer y persona.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/118401/es-muy-duro-romper-con-la-violencia-pero-hay-que-luchar-por-ello