La casa de citas de lujo que se transformará en apartamentos turísticos

La fiebre de restaurar los viejos edificios abandonados del casco histórico para convertirlos en apartamentos turísticos sigue pegando fuerte. Debe de ser un gran negocio cuando no dejan de surgir iniciativas, en algunos casos grandes inversiones que parecen tener garantizado el éxito. No solo es el barrio de la Almedina el que se está llenando de casas para turistas que están acabando con la fuerza de la vida vecinal de antaño. Por cualquier rincón del casco histórico es posible encontrar ya una vivienda reconvertida en hotel. En la calle de Solis, junto al Rincón de Espronceda, hace ya algún tiempo que viene funcionando una residencia turística que anuncia apartamentos de lujo en lo que fue la muy antigua casa de los Leones. Una habitación doble para pasar dos noches, que es el mínimo tiempo exigido, ronda los 280 euros, cantidad muy superior a lo que el propietario podría ganar con un alquiler convencional.

La moda de los apartamentos turísticos ha llegado también a otro caserón noble de la misma calle Solis, un edificio que llevaba cerca de veinte años abandonado después de haber vivido días de gloria convertido, allá por el año 2000, en uno de los burdeles más lujosos de la ciudad. Los obreros han entrado en las entrañas de lo que fue ‘El Carmen’, la casa de citas que ofrecía a los clientes compañía de todas las nacionalidades y unas instalaciones de ensueño donde se podía escoger entre una habitación sacada del cuento de Las Mil y una Noches o una suite inspirada en el palacio de La Alhambra. Los dueños de El Carmen realizaron en su día una inversión millonaria para adaptar el viejo caserón de la calle Solis y convertirlo en el burdel de moda de la capital, en una época en la que la prostitución de lujo vivió sus días de vino y rosas. El Volcán. El Séptimo Cielo y El Carmen, fueron lugares de referencia de las despedidas de solteros y también de muchos negocios inmobiliarios en aquellos tiempos del boom del ladrillo en los que había tratos que se cerraban con un almuerzo por todo lo alto y una sobremesa en buena compañía. Paredes y techos decorados con yeso, bañeras de hidro-masaje, camillas profesionales, alfombras orientales y camas de lujo formaban parte de aquellas habitaciones donde el dinero llegó a correr con alborozo, de la misma forma que corría por las manos de constructores y de inmobiliarias. La crisis que llegó después acabó con el sueño y también fue uno de los detonantes que abocaron al cierre del burdel.

Tras casi dos décadas de abandono, el caserón está siendo rescatado para alegría de los pocos vecinos que habitan ya ese rincón entre la calle Real y la Plaza de Bendicho, a los que les preocupaba el deterioro que iba adquiriendo la vivienda. Los trabajos comenzaron hace unas semanas y todavía, si pasa usted por la puerta, se pueden ver los restos de la opulenta decoración que revestía las paredes de la prestigiosa casa de citas que en unos meses abrirá sus puertas, ahora convertida en un edificio de apartamentos. Aunque este tipo de negocios esté acabando con la vida vecinal de algunos barrios, esta iniciativa de la calle Solis ha sido bien recibida por el vecindario que ve como una de sus edificios principales, al menos en historia, volverá a lucir y a tener vida, aunque se trate de inquilinos pasajeros que no se implican en los problemas del barrio.