Estudió Filología Inglesa en Granada y después un máster de Administración en Texas, donde reside y ha formado una familia. Este almeriense, se queda con lo mejor de los dos países mientras da clase y escribe.
¿Cómo se adapta un almeriense a EE UU?
No es fácil. La vida es demasiado diferente. El secreto está, creo, en centrarse en lo positivo, en las ventajas. En mi c aso, lo mejor de venir aquí fue encontrar un trabajo bien pagado y una estabilidad que me permitió formar una familia.
¿Qué cambios le ha costado más asumir?
La vida es demasiado diferente. Un buen ejemplo es que en el área de Houston, sin conducir no puedes funcionar, tienes que ir en coche a todos lados. La vida es, así, menos espontánea. No existe el concepto de salir a la calle a dar una vuelta y ver a quién te encuentras.
Es profesor, ¿qué le gusta más del sistema educativo estadounidense?
Los profesores necesitan dar resultados. Es un sistema más parecido al modelo empresarial. Eso provoca estrés en muchos casos, pero estamos para educar a niños y eso no es nada fácil. En España el sistema de oposiciones no me parece apropiado, muchos tienen como objetivo superar la oposición para echarse a dormir. Me parece casi milagroso que la educación no esté peor y no quiero, con esto, ofender a ningún opositor; ellos no diseñaron el sistema. Respeto a quien ha sido capaz de superar semejante prueba.
¿Y qué le gusta menos del sistema americano?
Se centra demasiado en la acumulación de conocimientos que luego se evalúan mediante pruebas tipo test. Los estudiantes se han convertido en máquinas de hacer exámenes. Los contenidos, además, no se corresponden a las necesidades de un adulto del siglo XXI.
¿A qué se refiere?
Para empezar, la lengua extranjera es una optativa más y pocos aprenden otra lengua en la escuela. No hay clases con contenidos, como ética o filosofía, que formen como persona. A mi entender, serían esenciales clases relacionadas con los derechos y deberes del ciudadano o del consumidor. Esencial en un país en el que todo el mundo vive endeudado.
¿Cómo ven sus alumnos a los españoles?
Los americanos de origen hispano, por lo general, sienten fascinación por nosotros. Resulta curioso que hablen de España como “madre patria” cuando en España se siente tan poco patriotismo. En círculos profesionales he notado que para los hispanos, a veces, resultamos un poco intimidantes. Y para los sajones somos simplemente latinoamericanos, aunque seamos europeos.
¿Qué les atrae de nuestra lengua y literatura?
Sólo puedo responder refiriéndome a la gente que conozco y tengo que diferenciar, una vez más, entre cultura sajona e hispana. Los sajones nos ven pintorescos, les atrae una especie de misterio que nos adivinan. Nos asocian a la imagen romántica del torero español, del cantaor de flamenco o del gaucho argentino. Hay quien piensa que los toros corren por todas las calles de España. A los hispanos, insisto en que es en general, les atraemos en la medida en que nos consideran parte de sus raíces. Nuestra literatura es, en general, bastante desconocida en Estados Unidos.
¿Qué le satisface de enseñar lengua castellana?
Verla desde dentro, apreciar sus matices, su riqueza. Nuestra lengua es hermosísima.
Es, además, escritor. ¿Qué ha publicado?
Hemos, porque mi faceta de escritor es siempre plural coescribiendo con Rafael Avendaño. Hemos publicado tres libros digitales con el Grupo Planeta: ‘Todo lo que nunca hiciste por mí’, ‘El prisionero’ y el último, que acabamos de publicar, ‘Las flores de otro mundo’. Tiene como tema central a un grupo de mujeres que decide hacer frente a sus problemas conjuntamente, con pasión, y la cosa se les va de las manos. En ese sentido tiene un toque un tanto “almodovariano”.
Ha vivido la última campaña electoral presidencial, ¿como la ha visto?
Ha sido única porque se han visto cosas que jamás se habían visto antes, con un tono desmesuradamente agrio. Las maneras se han perdido, lo que me preocupa de cara al futuro. Aunque Donald Trump ha sido el más ofensivo y, en mi opinión, ha mostrado no estar cualificado como candidato a presidente en numerosas ocasiones, Hillary Clinton tampoco ha jugado del todo limpio. Sobre todo en las primarias. No me gustó la manera en la que compitió con Obama en 2008 y me ha gustado menos en su confrontación con Bernie Sanders. Soy uno de tantos que no estaba entusiasmado con ningún candidato.
Conocido el resultado, ¿cómo viven el cambio?
Mis compañeros con caras largas, incertidumbre y algunas lágrimas. No he visto a nadie de mi entorno celebrar los resultados. Se aceptan, no obstante, como perfectamente legítimos.
¿Afectará el cambio de presidente a su estancia en Estados Unidos?
Yo ya soy ciudadano norteamericano. Pero en mi vida general, afectará, como a todo el mundo. Trump va 100% por libre, no debe nada a nadie lo que le confiere una libertad de movimientos nunca vista antes. Es una bomba de relojería. Va a tener la capacidad de solucionar muchas cosas, pero también la de destrozar el país. Es importante señalar también que, aunque vaya a ser proclamado presidente, no va a estar nunca por encima de la ley. Por otra parte, como presidente electo se está ya desdiciendo de muchas promesas electorales descabelladas y eso es una muy buena señal. Su tono es también más moderado. De todas maneras, me temo que nos va a tener en vilo. El futuro de Estados Unidos es un libro en blanco sobre el que tenemos muy pocas pistas.
¿Se queda usted allí?
No tengo planes de volver de forma definitiva.
Echará algo de menos
El Paseo Marítimo, mis amigos, mi familia, el clima... Muchas cosas.
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