La calle de Hernán Cortés estuvo llena de comerciantes hasta los años setenta. Uno de los negocios más importantes era el almacén de ultramarinos que haciendo esquina con la calle del Rostrico tenía Juan Calvache Carmona. Los niños de la escuela de doña Carmen Ponce, cuando salían de clase, paraban allí para llenarse el bolsillo de caramelos por dos reales y recrearse la vista con las suculentas tabletas de chocolate que se mostraban en el escaparate. La magia de aquellas vidrieras estaba en el mestizaje, en ese gran cambalache donde se mezclaban los caramelos con el chocolate, las vistosas latas de kilo de atún con las tripas de embutidos y las latas de la leche condensada.
En la misma acera estuvo durante unos años la droguería de don Victoriano Flores, un lugar al que los colegiales tenían prohibido asomarse en las mañanas de los jueves, ya que ese día solían bajar las ‘mujeres de la vida’ para comprarse la colonia a granel y las pastillas de jabón que necesitaban para asearse antes de acudir a la revisión médica de los jueves en Sanidad. En esa misma acera apareció, en mayo de 1963, un establecimiento de instrumentos musicales artesanos. Era la tienda de Pepe Richoly. Media Almería pasó por aquel lugar sagrado de la calle de Hernán Cortés, donde el maestro impartía sus lecciones a diario y donde ejercía la actividad comercial vendiendo instrumentos musicales y todo tipo de accesorios. Si alguien necesitaba una libreta de música, iba a la tienda de Richoly, si le partía una cuerda de la guitarra, iba a Richoly, si le hacía falta una cejilla o afinar la guitarra, Richoly era siempre la referencia. Los buenos alumnos, los que aprendían de verdad y tenían condiciones para abrirse camino, pasaron por las manos de Richoly, pero también los menos dotados, los que conscientes de sus limitaciones musicales sólo aspiraban a aprender unas nociones de acompañamiento, las suficientes para darse a conocer en las reuniones de las plazas con los amigos tocando las canciones de Dylan y Paco Ibáñez.
Richoly era entonces una institución en la ciudad, el guitarrista, el profesor omnipresente que llevaba media vida iluminando el escaso panorama cultural de Almería, la mayoría de las veces dando conciertos de carácter benéfico. Richoly llegó a ser una de las banderas culturales de la ciudad. En 1971, cuando el programa de Televisión Española ‘España en directo’ vino a Almería para dar a conocer sus encantos, uno de los elegidos para dejar en buen lugar el nombre de nuestra tierra fue el profesor Richoly, que tocó su guitarra desde un rincón del Mesón Gitano.
De los viejos comercios que tanta presencia le dieron a la calle, sólo queda en pie el de Muebles Rabriju, una importante empresa nacida en los años de la posguerra, que tenía la fábrica en la calle de San Lorenzo, al otro lado de la Rambla, y la tienda de exposición en la calle de Hernán Cortés. El local era de grandes dimensiones y por la parte trasera llegaba hasta el estrecho callejón de Garcilaso. Rabriju tenía una clientela diversa y lo mismo llenaba de muebles las casas de la alta sociedad que las de los barrios más humildes.
Enfrente de los muebles estaba el negocio de Persianas Moreno, que se instaló en la calle a finales de los años sesenta, y un poco más arriba, junto al palacio de los Góngora, la panadería de Mariquita, una de aquellas mujeres antiguas que tenía una bondad de santa. Desde 1966, la calle de Hernán Cortés tuvo uno de los escaparates más visitados de la ciudad en aquel tiempo, el que montó la empresa Marín Rosa cuando puso en escena una nuevo establecimiento en la esquina con la calle de las Tiendas. Enfrente destacaba otro establecimiento que fue un referente en su época, el estudio fotográfico de la familia Rojas, donde íbamos los muchachos a hacernos las fotografías cuando cumplíamos los dieciocho años y estábamos obligados a formalizar nuestro carnet de identidad. Fotos Rojas tenía una clientela de grandes contrastes. Por allí pasaban las familias pobres que bajaban desde el Cerro de San Cristóbal cuando tenían que retratar al niño que hacía la Primera Comunión y las familias pudientes de la Puerta de Purchena y el Paseo.
La calle Hernán Cortés desembocaba en la Plaza de Flores con otros dos negocios importantes: calzados Garach, en la esquina con la calle de las Tiendas, y la histórica droguería de Juanjo.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/124837/de-richoly-a-la-drogueria-de-juanjo
Temas relacionados
-
Purchena
-
Puerta de Purchena
-
Cultura
-
Medios de comunicación
-
Música
-
Cerro de San Cristóbal
-
Conciertos
-
Televisión
-
Exposiciones
-
Comercio
-
Tiendas
-
Tal como éramos