El pueblo almeriense que fue la última capital de al-Ándalus

Boabdil el Chico, último rey nazarí de Granada, protagonizó uno de los episodios más representativos de la historia de al-Ándalus al ceder la ciudad a los Reyes Católicos en 1492. Como parte de las capitulaciones, se quedó con el señorío de la Alpujarra, una región que se convertiría en su último refugio en la península Ibérica antes de su exilio definitivo a Marruecos.

Tras despedirse de su amada Alhambra, Boabdil se estableció en un pueblo alpujarreño cargado de historia y tradiciones y que previamente ya había sido residencia de su tío El Zagal y donde más de medio siglo más tarde sería asesinado el proclamado rey de los moriscos Abén Humeya.

Laujar de Andarax era entonces un importante núcleo de población, con cerca de 7.000 habitantes, principalmente moriscos, lo que le ha permitido conservar hoy en día la esencia de su pasado en sus calles y construcciones, como la iglesia mudéjar de la Encarnación. Además, el pueblo cuenta con un entorno natural único que rinde culto al agua, símbolo de la herencia andalusí.

Boabdil también habría pasado parte de su tiempo en la cercana Fuente Victoria. De hecho, la Entidad Local Autónoma presume en su eslogan turístico de ser la ‘ciudad de Boabdil’, aunque parece descartado que residiera en el llamado Palacio del Rey Chico, puesto que este se trata de una construcción posterior, del siglo XVIII.

Durante su estancia en Laujar, Boabdil intentó llevar una vida tranquila, disfrutando de la caza y de la compañía de su familia. Sin embargo, la salud de su esposa, la sultana Morayma, se deterioró y su muerte marcó profundamente al monarca, quien decidió partir hacia Fez desde el puerto de Adra, dejando atrás un legado imborrable en estas tierras. Por este motivo, se dice que Laujar de Andarax fue la última capital del Reino Nazarí de Granada y también de al-Ándalus.

Laujar de Andarax, capital de la Alpujarra Almeriense, es hoy un lugar de gran interés histórico y cultural. Su legado morisco, combinado con la riqueza de sus tradiciones y arquitectura, lo convierte en un destino imprescindible para quienes desean seguir los pasos de Boabdil y revivir los últimos días de al-Ándalus en la península.