¿Cómo surgió la Fundación Valparaíso?
En los años cincuenta, Paul y Beatrice Beckett recibieron una beca de la Real Academia de las Artes de Dinamarca para viajar por España durante un año. Él era pintor y no le gustaba el color verde. Cuando vino a Almería le encantó el paisaje, claro (risas). Luego trabajaron en unas excavaciones arqueológicas en la Alpujarra, regresaron a su país y volvieron en los sesenta a Almería. En los ochenta crearon la Fundación. Querían devolver lo que su país hizo por ellos dándole un espacio a músicos, escritores, pintores...
Vienen artistas de todo el mundo...
Nuestra residencia de Mojácar acoge a personas de Nueva York, Copenhague, Estocolmo... Se crean relaciones muy bonitas, además de generarse un ambiente de mucha creatividad entre ellos.
¿Habéis cambiado la vida de las personas que pasan por la Fundación?
A lo mejor es arrogante, pero creo que hemos puesto nuestro granito de arena para que los artistas sigan trabajando. La gran mayoría de ellos vienen con una carrera muy consolidada. Beatrice y los patronos hacen la selección. Gracias también a nuestros premios de teatro, pintura, música y poesía contribuimos a su crecimiento.
¿Es muy conocida fuera de España la Fundación?
Conocida y reconocida. En el mundo anglosajón y nórdico estos proyectos son habituales, para ayudar a sus ciudadanos. Aquí, abrimos, además, las puertas a personas de cualquier país del mundo.
¿La cultura nos hace más libres, pero a la vez más exigentes?
Más libres y más exigentes con uno mismo, pero no con lo que tienes alrededor. El artista es muy humilde y no busca recompensa, quiere compartir su don con otros.
¿Ahuyenta los miedos en cierto modo la cultura?
Completamente. Veo niños en el Proyecto Luna, que estamos desarrollando para fomentar la música, y a pesar de que no se atrevían al principio con las partituras, los ves entregados. Les da mucha seguridad. Cuando los artistas están en la residencia y se juntan con gente de todo el mundo buscando belleza eso les da solidez y apoyo. Ven que todos los seres humanos buscan eso mismo: la belleza.
¿El arte sirve para aplacar los instintos más bajos o el utilitarismo del ser humano?
Creo que sí. Cuando estás creando persigues un ideal, interpretar y crear el texto más bello, por ejemplo. Buscas lo mejor de ti mismo. Dejas de relativizar todo y aprendes a valorar lo importante.
Si nos ponemos en la piel del hombre primitivo que dibujó los bisontes de las Cuevas de Altamira, ¿qué crees que dijeron sus familiares y amigos? ¿Lo tacharían de loco?
La persona cercana al artista jamás va a decir que no sirve para nada lo que crea. El proceso creativo es tan impresionante que lo entiendes, te guste o no. Hay que estudiar mucho para entenderlo. Rubinstein decía que no entendía la música electrónico, pues ya era mayor. Decía que necesitaba de estudio para comprenderla.
¿La ciencia y la tecnología son señales de progreso, pero, ¿también lo es la belleza de un verso, de un cuadro, de una pieza musical?
Desde luego. Es pasar de una etapa a otra. Se parte de lo que otros han hecho para seguir trabajando, con la peculiaridad de que quedan los restos de lo anterior, no se elimina, cosa que a veces sí puede pasar en la ciencia.
¿Qué es lo mejor de tu vida?
(Se queda pensando). Aparte de mis hijos, claro, te diría que el haber trabajado siempre en la cultura de las maneras más variopintas. Es verdaderamente gratificante.
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