En las visitas a tus invernaderos, ¿hay un antes y un después para los turistas?
Totalmente. Ahora están viniendo dos mil suecos al año. Cuando empieza la visita muestran indiferencia e incredulidad, pero conforme voy explicando ves gestos diferentes. Cuando llegamos a la desgustación hay mujeres que vienen y me dan un beso. Eso, que lo haga una española es normal, pero una sueca no... (risas). Es muy satisfactorio. Yo no pretendo que vengan a verme a mí sino que conozcan el sector. Pongo toda mi pasión. No es lo que enseñas ni lo que cuentas sino cómo lo cuentas.
Este turismo vivencial, como tú lo llamas, ¿actúa como un transmisor perfecto de la industria?
Creo que sí, aunque es a medio y largo plazo. Aquí está el quid de la cuestión. Es un impacto directo de publicidad. El sector tendría que plantearse una mayor transversalidad, porque podemos ser más sinérgicos y complementarios. Hay que ver más allá de la puerta del invernadero y la cooperativa.
Eres muy enérgica en todo esto...
No es lógico que no potenciemos nuestras hortalizas, que no haya restaurantes vegetarianos en Almería, que en los cócteles no sean las verduras los platos estrella... Trabajo desde hace dos años con Basquetour, la agencia de turismo vasco, y la verdad es que son maravillosos, como para tenerles envidia. Tienen las cosas clarísimas y se valora a la gente. De hecho, hemos estado participando en el primer máster de turismo gastronómico en el Basque Culinary Center, exponiendo la relación entre gastronomía, turismo y producción sostenible y saludable.
¿No eres profeta en tu tierra?
He sido profeta en cuanto a reconocimiento, pues tengo la medalla de oro de Andalucía y el premio nacional Excelencia en Mujeres Rurales, pero trabajo más con instituciones de fuera que con las de aquí...
¿Ser mujer puede influir en ello?
Sigo pensando que sí.Te digo más: ser mujer y ser pequeña en cuanto a la dimensión de mis invernaderos. No me gusta quejarme, pero es una realidad. Sigo luchando. Se están perdiendo valores, se depende mucho de la tecnología y estamos dejando que los aparatos electrónicos eduquen a nuestros hijos...
Eres muy crítica con la alimentación en esta sociedad...
Sí, y no se habla nada de ello, cuando resulta escandaloso. El ochenta por ciento de la financiación de la OMS es privada. Estamos en manos de la industria farmacéutica. A los niños les damos leche enriquecida al poco tiempo de nacer. El azúcar industrial es malísimo. ¿Qué ocurre? Pues que empieza a pasar que cuando toman verduras son muy ácidas para ellos. Veremos las consecuencias en veinte años de esta dependencia del azúcar.
¿Qué le falta a la agricultura almeriense?
Algún cambio de prioridades. Se han conseguido hitos como el riego por goteo y el control biológico, pero aún somos incapaces de pensar que nuestra casa no termina cuando sales del invernadero. Debemos hacer hincapié en la limpieza, en la educación, en los valores. En Punta Entinas, que es Paraje Natural, hay un vertedero donde los camiones tiran por la noche la basura. Yo me pregunto también por qué no hay vigilancia.
Quizá es una tontería, pero, ¿le hablas a las plantas?
No es ninguna tontería. Flipo en colores con ellas. Gracias al control biológico nos dicen muchas cosas. Se comunican entre ellas y también compiten, pero sobre todo comparten. Luego pasa como con las personas, cuando somos niños. Si una planta ha sufrido en el semillero no dará un buen rendimiento en el futuro.
¿Qué es lo más improductivo que hay?
Pensar que los problemas te los tienen que solucionar los demás.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/139703/lola-gomez-ferron-no-puedes-esperar-a-que-te-solucionen-la-vida