“En el instituto siempre estamos dando teoría y está chulo ver algo práctico, ver cómo los investigadores trabajan en los laboratorios”, cuenta Jorge Grima, alumno del colegio Portocarrero de Aguadulce, uno de los 34 centros que visitan la Universidad de Almería durante estos días en el marco de las actividades organizadas en la Semana de la Ciencia. A su lado, Ángela Aguirre, que quiere estudiar Medicina cuando termine Bachillerato, asiente con la cabeza. “Es lo más interesante, te enseñan la aplicación práctica de lo que aprendemos en el instituto”, dice. Ellos dos formaron parte ayer de la veintena de estudiantes que comprobó qué se hace en los Servicios Centrales de Investigación de la UAL, un centro de apoyo a la investigación que pone al servicio de los propios investigadores de la universidad, de centros de investigación y administraciones públicas y de empresas y particulares, unidades de análisis instrumental y laboratorios dotados de equipamiento científico de alto nivel que proporcionan soporte a actividades de I+D+i.
Uno de sus investigadores más reconocidos, José Antonio Garrido, responsable del Servicio de Ácidos Nucleicos, defensor “acérrimo” de la divulgación científica, lleva años participando en la Semana de la Ciencia. Este año lo hace con un taller que ha titulado “Los errores de Darwin”.
“Explicamos que cuando fue a las islas Galápagos, dedujo, a partir de su experiencia, la Teoría de la Evolución, pero tardó más de lo previsto porque cometió una serie de errores a la hora de recoger las muestras. El taller consiste en explicarle a los alumnos cómo con la tecnología que existe en la actualidad habríamos ayudado a Darwin a resolver esos problemas”, explica Garrido, que apunta que el fin último de la actividad es que los alumnos conozcan las aplicaciones de la tecnología asociada al ADN.
Preguntas
Mientras el profesor revela cuáles serían los errores que Darwin no habría cometido de haber contado con la tecnología que hoy se tiene, los estudiantes empiezan a acumular dudas. Algunos brazos en alto indican que han surgido preguntas. “¿Cuántos laboratorios tienen aquí?”, pregunta uno de los chavales. “Pues tenemos de análisis de ADN, de difracción y fluorescencia de rayos X, de resonancia magnética nuclear... En cada uno de ellos, podríamos analizar diferentes materiales; tierra, plumas, ADN o heces y el análisis conjunto de todas estas muestras permitiría resolver cualquier problema, no solo en el ejemplo de Darwin, sino en cualquiera que se nos presentara”, dice el investigador, que termina contándoles que, aunque la tecnología del ADN funciona desde hace décadas, la secuenciación masiva, con la lectura de enormes cantidades de ADN, está permitiendo que ahora vivamos una revolución genética donde la medicina y la genética cada vez van más de la mano.
“La verdad es que lo tengo muy fácil porque la genética se vende sola. Simplemente hay que ponerles sobre la mesa los temas que circundan a la genética y ellos solos se ven atraídos por cosas como la resolución de asesinatos o tratamientos de enfermedades, donde la genética juega un papel decisivo”, explica luego José Antonio Garrido. ¿Y qué es lo que más les gusta? “La posibilidad de resolver un crimen. Están impregnados por la cultura televisiva y todos han visto CSI y saben que con el análisis de ADN se pueden resolver muchos casos”.
Otros talleres
Hoy, está previsto otro taller titulado ‘La vida secreta de los residuos’. Asuntos como la programación básica de un robot industrial o la supervivencia de las plantas en las yeseras almerienses son otros de los temas previstos en esta Semana de la Ciencia en la que participan en torno a 150 investigadores de la UAL y unos 1.300 estudiantes de 34 institutos de Secundaria de la provincia.
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