El Raval es un barrio multicultural. Paquistaníes, magrebís, filipinos, senegaleses… Uno de esos lugares que sólo son posibles en una gran ciudad como Barcelona. Es mediodía y a las puertas de la escuela Collaso i Gil, cuatro agentes de la guardia urbana charlan tranquilos al sol. Mientras, un goteo incesante de hombres y mujeres, de todas las edades, acude a depositar su voto. Todo discurre con suma normalidad. Los colegios han abierto a las 09.00 horas, y cinco millones y medio de catalanes han sido llamados a las urnas, entre ellos más de 100.000 votantes de origen almeriense.
“El momento es histórico, de cambio, y hay mucho en juego”, me explica por teléfono Diego Clemente, diputado nacional por Almería de Ciudadanos. Clemente ha venido a Cataluña. También lo han hecho otros dirigentes almerienses de su partido: Marta Bosquet, portavoz adjunta en el Parlamento andaluz, y los concejales de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Almería Miguel Cazorla y Rafael Burgos. Clemente me habla desde el colegio en el que acaba de votar Albert Rivera, el Santa Marta de L’Hospitalet de Llobregat, donde el político almeriense participa como apoderado. “Como experiencia, estas elecciones tienen un sabor especial”, reconoce Clemente con emoción contenida. El dirigente almeriense de Ciudadanos apuesta por “poner fin al procés, dejar de hablar de independencia y hablar más de dependencia”. La frase suena a eslogan. “Es verdad, pero estos años se han descuidado mucho los servicios sociales en Cataluña, y los partidarios de la independencia han gastado demasiado dinero en embajadas innecesarias en el extranjero”, me explica.
Cerca del precipicio
Desde la Escola Collaso i Gil hasta el Casal de Barri Folch i Torres hay apenas 500 metros. Es un centro municipal que ha sido habilitado como colegio electoral. Son las 14.00 horas y el goteo de votantes es sorprendentemente constante para ser un jueves laborable. En la puerta, apoderados de distintos partidos hablan entre sí con cordialidad. Enfrente, un parque infantil que recuerda al de las Familias en Almería, donde los padres charlan y los niños gritan. La vida sigue, pienso. “Espero que los catalanes hayan tenido ocasión de reflexionar, de ser conscientes de que un Gobierno les ha llevado a un precipicio, y que no ha terminado de caer gracias al Gobierno de España”, valora el diputado del PP por Almería Juan José Matarí, que se ha desplazado también hasta Cataluña. También lo han hecho otros conocidos dirigentes del PP en Almería: la portavoz en el Parlamento andaluz, Carmen Crespo y los senadores Eugenio Gonzálvez, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, Rosario Soto y Maribel Sánchez.
Matarí está en el Colegio Escola Casas, en el barrio barcelonés de El Clot, en el distrito de Sant Martí. “Los partidos independentistas nos han abocado al enfrentamiento y han tirado por la borda años de progreso”, considera el diputado popular, que ve el futuro “con esperanza”. “Debemos tener paciencia, determinación y prudencia, para buscar un camino que mejore el bienestar de los catalanes, solucionar sus problemas y no inventarlos”, me explica Matarí.
Poco más tarde me dirijo a Poble Sec, un céntrico barrio de Barcelona, muy cerca del Raval. He quedado para comer en casa de una buena amiga, Erika Laguillo, que lleva 14 años viviendo y trabajando en la capital catalana. Mientras prepara la comida, me dice que hoy (por ayer) no va a votar, que está cansada del “procés”, pero que ha decidido no votar porque también está cansada de unos políticos que llevan años defraudándola. Yo vengo de los colegios electorales, donde un reguero de catalanes hacía cola para depositar su voto, así que me sorprende su decisión. Le comento que son unas elecciones de suma trascendencia, que tal vez debería repensárselo. Pero ella insiste en que no irá a votar.
A las 18.00 horas la participación en las elecciones catalanas ha llegado ya al 68,24 por ciento, con el 71,82 de las mesas escrutadas. Se ha situado a niveles de récord: cinco puntos superior a las de 2015. El flujo de votantes en los mismos colegios en los que he estado al mediodía, es aún mayor por la tarde. Un frenesí. “Es bueno para la democracia, y es importante que mañana (por hoy) se respeten los resultados”, me explica por teléfono Juan Carlos Pérez Navas, uno de los senadores del PSOE de Almería que votó a favor de la aplicación del Artículo 155 de la Constitución.
Voto in extremis
“Creo que es muy bueno que los catalanes se pronuncien, y espero una victoria de los partidos constitucionalistas”, asegura Pérez Navas, que considera que el Partido Socialista de Cataluña (PSC) ha mantenido una estrategia “inteligente, de diálogo y de acercamiento”. “El mejor puente para aliviar a una sociedad tan fracturada es que se vote y que se respeten los resultados”, insiste el senador socialista, que apuesta por “una reforma constitucional para buscar el encaje de Cataluña”. “La fractura social durará, pero para recomponerla, lo mejor es votar, dialogar y consensuar”, concluye Pérez Navas.
Ya de noche, pero con los colegios aún abiertos, llamo por teléfono a mi amiga Erika. Le digo que estoy en la calle, y que la movilización es tremenda. Que la participación es histórica y que tal vez debería repensárselo e ir a votar. Se ríe. Me dice que la he sorprendido cogiendo el abrigo y saliendo de casa. Que aunque los políticos seguirán defraudándola, y mañana seguro que “todos dirán que han ganado”, ha decidido dar su voto in extremis.
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