Elena Ríos: “Entiendo la belleza como el equilibrio”

Me han hablado maravillas de ti, como un ejemplo de superación.
Soy muy normal. La ceguera tiene unos límites. Tienes que vivir con la discapacidad, conocer sus límites y salir adelante. Es como las aficiones. No puedes recrearte en lo que no puedes hacer, sino en lo que puedes hacer. En España tenemos mucha suerte. La Once ha ayudado a que estemos en la sociedad. El ciego no está encerrado en casa como antes. Se tendía a esconder en casa al hijo con discapacidad, como si fuera un leproso. Nos ha costado mucho superar la imagen del ciego del Lazarillo de Tormes, borracho y pendenciero. Que nos vean de otra manera es un logro. Y eso se consigue con educación.

Has escrito un libro, ‘Oscuridad y estruendo, retazos y cicatrices de una guerra’. ¿Qué deseas transmitir en la obra?
Son relatos sobre la Guerra Civil. No tienen una visión partidista, sino que se trata de vivencias humanas. La guerra perjudica a todo el mundo, no solo al soldado que está en el frente. También a la población civil.

¿Ciego o invidente?
Invidente viene de ‘invidere’, que significa mirar de mala manera. ¿Nosotros cómo vamos a mirar de mala manera? ¡Ni de mala ni de buena! (risas). ‘Invidere’, además, ha derivado en español en la palabra envidia. Se utilizan eufemismos. Al que le moleste su discapacidad es que no la tiene asumida. Yo soy ciega.

¿Cómo es la vida de una persona ciega?
De las dificultades principales se sale con ayuda. Cuando un semáforo no está adaptado tienes que cambiar mucho el recorrido. En Almería hay muchos sin adaptar o mal adaptados. Es un problema de concienciación. Luego hay otras cosas que no puedo hacer sola, como ir a comprar, porque no sé dónde están las cosas. Sí utilizo Internet, con un ordenador adaptado, que me ayuda mucho.

¿Qué diferencias dirías que hay entre los ciegos de nacimiento y los adquiridos más allá de las obvias?
El de nacimiento lo lleva peor. Plutarco decía que el cerebro no es un vaso por llenar sino una lámpara por encender. Cuantas más experiencias tenga el cerebro, mejor. Debemos hacer ese esfuerzo.

La imaginación proviene de la palabra imagen, pero en vuestro caso es muy diferente, claro.
No, es igual. Hablamos de imágenes mentales. Imagínate cuando en el siglo XIX Julio Verne escribió ‘La vuelta al mundo en ochenta días’ y describía los elefantes. Nadie los había visto en Europa y se lo imaginaban. Nosotros igual. Es el mundo interior que cada uno llevamos.

¿Qué piensas de la compasión?
Entiendo el valor de la compasión cristiana ante situaciones horribles, como los refugiados, las guerras, etc. Los ciegos no tenemos por qué dar pena. ¿Por qué vamos a ser desgraciados por no ver? Yo soy muy feliz. Disfruto especialmente de la música. En mi caso, me evoca imágenes mentales y me ayuda a escribir. La música es muy abstracta pero también cercana, y puede expresar la melancolía o la tristeza, por ejemplo, de muy diferentes maneras.

¿Qué es la belleza para ti?
El equilibrio, como estado mental de paz y sosiego. Cuando escucho a veces algunas noticias pienso: ¡qué amargura y qué suerte no verlas! (risas).

Cuando viajáis, ¿qué valoráis en una ciudad?
Que sea accesible. El olfato para los ciegos es una bendición y una maldición (risas). El ruido estridente me desorienta mucho. Me gusta oler a flores, los ficus de la Rambla (me enfado cuando los podan (risas)-, porque huelen a humedad. Florencia y Granada me gustan mucho. Esta última por el sonido del agua. El Paseo de los Tristes está hecho para el que ve y para el que no ve. De Florencia me gusta la cultura, la musicalidad del italiano.

¿Quién ha sido determinante en tu vida?
Mi madre, mis abuelos y mi marido Guillermo, con quien llevo casada veinticinco años. Aprendí a leer gracias a mi madre, que ingenió un sistema con cuadros y puntos.