Un paseo retrospectivo por la Almería musulmana

Con la brújula rumbo a Oriente y con unas vistas privilegiadas al puerto desde el mirador ubicado en el primer recinto de La Alcazaba comenzaba la travesía por la Almería musulmana. 

Una serie de antecedentes fueron suficientes para que una veintena de visitantes y almerienses se trasladaran in situ al siglo X para entender los orígenes de la ciudad y las posibilidades económicas que siempre ha ofrecido su salida al mar. 

Desde la Oficina Municipal de Turismo, sita en la Plaza Vieja, hasta la ciudadela árabe, Marina Contreras guió a los interesados por la historia de Almería en una época próspera, enriquecida y cuya principal fuente de ingresos eran las transacciones comerciales que se realizaban gracias al tráfico marítimo. La Plaza de la Constitución era el zoco donde se realizaban los intercambios que propiciaron la expansión de la ciudad. “Antes del periodo nazarí, Almería era una ciudad mucho más influyente que Granada por su tráfico marítimo”, explicó Contreras mientras que recordaba la importancia de la seda.

A partir de este punto de encuentro se inició la encrucijada por el barrio de La Almedina, cuyas calles conservan la estructura laberíntica que en aquel periodo servía para despistar a los forasteros. Al darse cuenta de que uno de los centros comerciales más importantes del Al Ándalus se hallaba en una explanada abierta al mar totalmente desprotegida, por petición del califa de Córdoba Abderramán III se iniciaron los trabajos para su defensa. Fue así cómo nació la fortaleza de La Alcazaba.

A sus pies, Contreras volvía a transportar a los presentes a un tiempo en el que los escalones no estaban bien definidos, pues la senda consistía en un camino inaccesible de tierras y piedras en zig-zag para hacer, aún más si cabe, dificultosa la entrada a los viajeros.  

Estructura

Por aquel entonces, se consideraba misión imposible adentrarse en La Alcazaba sin pasar por la llamada Torre de los Espejos y la Puerta de la Justicia. En la primera, se hacían señales a las embarcaciones. Si estas no eran respondidas como se debía, se avisaba a la población y se cerraba la muralla al exterior. Si los tripulantes no venían en son de paz y lograban traspasar la Puerta de la Guardia, se les ponía freno en la Puerta de la Justicia.

Con la llegada del primer rey de la taifa de Almería, Jayrán, al noroeste se introdujeron modificaciones defensivas con la muralla que llega al Cerro de San Cristóbal.

Itinerario

Al abandonar el lugar de refugio, la visita prosiguió por la calle de las Cruces Bajas y estrechos recovecos, convirtiendo el recorrido en un paseo arquitectónico por la cultura musulmana. A pesar de la desaparición de las murallas en 1855 por el auge de la burguesía, que creía fervientemente en “el crecimiento extramuros”, el barrio siempre ha conservado ese toque árabe de casas bajas y calles enrevesadas.

La visita guiada, que finalizó a mediodía en el Centro de Interpretación Puerta de Almería, se enmarca dentro de las rutas que el Ayuntamiento organiza cada mes para promocionar la historia de la ciudad. Este tipo de recorridos están destinados a turistas, pero también a almerienses, porque nunca es tarde para conocer su lugar de origen y poner en valor su patrimonio.

Curiosidades 

Descubrir por qué la Puerta de Purchena se denomina así en lugar de Pechina o contemplar restos arquitectónicos musulmanes en pleno barrio de La Almedina se encuentran entre los encantos de esta excursión de hora y media.

Impresiones

Viajeros procedentes de Barcelona y Cádiz, entre otras provincias, así como almerienses calificaron la experiencia de forma positiva. “Hay muchas cosas que desconocía”, confesaba la almeriense Belén Tristán, mientras que su compañera de aventuras, Inma Orts, reconocía que este tipo de visitas hace que “te pasees por Almería con otra mirada”.

Por su parte, Mari Nieves Salcedo declaraba que nunca entendió la organización del barrio de La Almedina antes de este recorrido y ahora espera que “estas actividades se amplíen a los colegios”.