La fibrosis pulmonar -o fibrosis pulmonar idiopática, que es su término médico- afecta en la actualidad en nuestro país a unas 8.000 personas. Es una enfermedad sin tratamiento (la única cura sería el trasplante de pulmón) y, por tanto, potencialmente mortal. Ahora, la investigación de un grupo de científicos españoles del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) abre un resquicio a la esperanza: han conseguido curar la enfermedad en ratones, según dieron a conocer en los primeros meses del año en un artículo publicado en la revista ‘eLife’. Un equipo capitaneado por María A. Blasco, responsable del Grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO, y del que ha formado parte Juan Manuel Povedano Selfa (Almería, 1988).
“Lo que ocurre en la fibrosis pulmonar es que hay un daño en las células del pulmón; un daño con origen ambiental (contaminación, radiación…) o genético (mutaciones en telomerasa, presencia de telómeros cortos...) que se produce de una manera continua, no permitiendo al pulmón curarse. Ese daño genera una fibrosis, como la costra de una herida en la piel, que va creciendo. De esta forma, los pacientes padecen una pérdida crónica de capacidad pulmonar, lo que lleva a la muerte. Es una enfermedad terrible”, explica el científico almeriense a LA VOZ desde el UT Southwestern Medical Center, en Dallas, donde trabaja como investigador postdoctoral.
Si bien existen “dos tratamientos paliativos” que ralentizan “en gran medida” la progresión de la enfermedad, no existe cura como tal más allá del trasplante de pulmón, “nada fácil de conseguir”.
La investigación
En un estudio publicado hace dos años, los científicos del CNIO demostraron que cuando el daño en las células del pulmón se inicia en los telómeros (los extremos de los cromosomas que se encargan de protegerlos, como un capuchón) se induce fibrosis pulmonar.
¿Por qué ocurre esto? Cuando los telómeros son muy cortos, se genera una señal de daño en el ADN y la célula muere. Entonces, el sistema inmune es reclutado para eliminar esas células muertas y se produce la inflamación de los pulmones. Como los telómeros no pueden alargarse de forma natural, el daño persiste y esa inflamación prolongada es la que acaba generando la fibrosis.
“Lo que hemos conseguido ahora ha sido restaurar la longitud de los telómeros con un gen, llamado telomerasa, que se encarga de alargar los telómeros en células madre”, detalla Povedano.
¿Podríamos hablar, por tanto, de un futuro medicamento que pudiera paliar los efectos de la fibrosis pulmonar o, incluso, acabar con ella? “Nuestro trabajo es uno de los primeros pasos que se deben dar. Es un estudio en ratones, por lo que hay muchas diferencias que salvar, aunque curiosamente los humanos no somos tan diferentes. Hacen falta algunos cambios en el gen que se utiliza, ya que habría que introducir el humano. También habría que modificar algunas cosas en el virus con el que se transporta el gen. Sin embargo, creo que sí se podría hablar de que en un futuro exista un medicamento que se base en nuestro estudio. De hecho, sé de otros grupos que están tratando de activar la telomerasa interna de la célula para curar esta enfermedad y otras que tienen un origen similar”, dice.
Durante el doctorado
Aunque el artículo ha visto la luz este año, mientras el almeriense realiza su investigación postdoctoral en Estados Unidos, el trabajo del equipo del CNIO se desarrolló cuando Juan Manuel Povedano hacía el doctorado en el laboratorio de María A. Blasco tras estudiar Biología en la Universidad de Alcalá. “Ella es una de las mejores científicas de España y de Europa. Tras una charla, le pedí si podría hacer unas prácticas de verano en su laboratorio. Su respuesta fue: ‘¿Cuando quieres empezar?’. Me quedé blanco. Tras el verano, mientras acababa la carrera, me ofreció una beca para hacer el doctorado en su laboratorio. Acepté sin dudar. ¿Quién le diría no a una oportunidad así?”, recuerda.
Durante ese tiempo, el almeriense se centró en la investigación que ahora ha dados sus frutos. “Estudios anteriores de un grupo estadounidense mostraron que la mayoría de pacientes con fibrosis pulmonar idiopática tenía telómeros cortos. Pero eso es solo una correlación, había que demostrarlo”.
El primer objetivo era tener un modelo de ratón que reprodujera lo que ocurre en humanos. “Me puse a ello y tras muchas horas y esfuerzo generamos dos modelos diferentes de ratón que demostraron que lo observado en humanos no era una mera coincidencia”.
Tras aquella primera publicación, el siguiente paso era buscar una cura atacando el origen de la enfermedad: los telómeros. “A los pocos meses, le dejé a mi jefa un borrador del siguiente artículo con el tratamiento. Me dijo que era muy pronto, que cómo era posible. Le contesté que al igual que antes demostramos que teníamos fibrosis, ahora era buscar cómo esa fibrosis desaparecía. Cuando sabes lo que buscar, todo es más fácil. Ambas publicaciones forman parte de mi doctorado: unos tres años y medio”.
Vencer al cáncer de pulmón
Tras el doctorado en España, el biólogo tomó la decisión de seguir investigando sobre otra enfermedad que también afecta al pulmón: el cáncer. Y hacerlo lejos de casa. “Me vine a Estados Unidos porque es de los mejores sitios del mundo en investigación”, afirma. Tras realizar entrevistas en “centros punteros de investigación del cáncer” en Houston y Nueva York, Povedano se decantó finalmente por el UT Southwestern Medical Center, en Dallas, una de las mejores universidades de Medicina de Estados Unidos: a tres puertas de su laboratorio tiene, por ejemplo, a dos Nobel.
“Lo que me trajo aquí es la visión común respecto a la ciencia que mi jefe, David McFadden, y yo compartimos. Él me ofrece muchas oportunidades, ya que es un laboratorio pequeño y con muchas ideas y hambre de descubrir algo importante. Aquí tengo la oportunidad de aprender muy de cerca de un gran científico como él, con quien además me une una buena amistad. Así que todo son ventajas”.
En Dallas, el almeriense focaliza sus esfuerzos en la investigación sobre el cáncer de pulmón microcítico, uno de los dos principales que existen y que supone entre el 10 y 15 por ciento de los diagnosticados. “Mi jefe me dijo: ‘Tengo una estrategia sin ningún prejuicio para acabar con él’. Esta estrategia conlleva que no sabemos lo que vamos a estudiar en el futuro: es como si estuviéramos en una habitación a oscuras y en la que no tenemos ni idea de cómo salir. ¡Esto me encantó! Me gusta ponerme a prueba y aprender cuanto más, mejor”.
¿Volver a casa?
Casado con una holandesa, Juan Manuel Povedano no tiene “fecha fija” para regresar a Europa. “Y ni siquiera sé si volveremos”, apunta. “Será muy difícil regresar a España. Hice el doctorado en uno de los mejores laboratorios europeos pero nuestro país no me permitía dar un paso hacia delante: la ciencia no tiene ninguna estabilidad. La situación puede ser buena, como cuando empecé mi doctorado, pero es algo pasajero. Ahí tenemos el CNIO y el Centro Nacional de Investigación Cardiovasculares (CNIC), que han tenido unos cien puestos de trabajo en la cuerda floja”.
A pesar de la distancia (reside en Madrid desde niño), el científico mantiene un estrecho vínculo con su tierra natal. “Toda la familia de mi madre y gran parte de la de mi padre viven allí. De pequeño, nada más acabar el colegio, mis padres me bajaban a Almería y no volvía hasta que las clases empezaban. Y antes de instalarme en Dallas, iba varias veces al año, desde fines de semana a Semana Santa o verano. La última vez fue en Navidad”.
En el futuro, aunque no sepa dónde, le gustaría tener su propio grupo de investigación. “Para eso, primero tengo que hacer un buen recorrido como investigador postdoctoral y buscar un sitio donde me quieran (risas)”.
Sí defiende que, pese a las dificultades, quien tenga una vocación científica haga lo posible por desarrollarla. “En España, la cosa está un poco mal pero aún así intentaría ir al mejor laboratorio posible. Mi consejo es que piensen un poco ‘out of the box’, como se dice en inglés: no hacer lo que todo el mundo y pensar en que a lo mejor te puedes ir a otro país a estudiar un año de carrera o el doctorado. Yo no era de matrícula en la carrera, aunque alguna tengo, pero seguí mis sueños y luché por hacerlos realidad”, concluye.
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