Un hombre cogió una tarde de octubre de 1933 el tren expreso para Madrid y cuando volvió ya no era el mismo. Ese hombre se llamaba Alejandro Salazar Salvador, un almeriense hijo de Cándido el del Catastro, y acababa de estrenar un traje a medida del taller del maestro Herrada en la Plaza Canalejas -hoy Plaza de las Flores- y un borsalino que compró por 15 pesetas en Casa Rosales, aquella misma mañana que se subió al vagón.
Más que un hombre, ese Alejandro era un muchacho de 19 años, que acudía preso de emoción a un encuentro político en el Teatro de la Comedia de Madrid que se iba a convertir en el acto fundacional de Falange Española.
En muy poco tiempo, el almeriense, sin conocer aún bien sus postulados, ingresó en el Movimiento e intimó con el presidente nacional José Antonio Primo de Rivera, lo que le valió llegar a los más alto - Jefe del Sindicato Español de Estudiantes (SEU) y secretario general interino del Consejo Nacional- dentro de esa controvertida organización fascista que marcó la historia de España.
Pero antes de coger ese tren que estigmatizó su destino, antes de que regresara con ese bigotillo de Clark Gable con el que aparece en la foto de arriba, Alejandro fue un adolescente almeriense como otro cualquiera, especialmente dotado para los estudios.
Nació en 1913 en la calle Alcalde Muñoz, en una casa que quedó destruida por el bombardeo alemán de 1937, en una familia de fuertes convicciones católicas: su padre, Cándido salazar Menendez, era terciario franciscano y adorador nocturno y fue uno de los fundadores de la Sociedad de Exploradores de Almería. Su madre, Clotilde Salvador Ropero, fue una querida maestra en el Barrio Alto que alumbró, además de al benjamín Alejandro, a cuatro hijos más dedicados también a la enseñanza: José, casado con Josefa Gómez Orozco, hija del empresario Francisco Gómez Cordero, fue maestro en Líjar y Dalías y en 1952 ascendido a jefe nacional de Enseñanza Primara en Madrid, donde fue uno de los fundadores de la Hermandad de la Virgen del Mar; Cándido, maestro y casado con Soledad Negro Vázquez también maestra, fue nombrado jefe provincial del SEU en 1939; Clotilde, fue delegada provincial de la Sección Femenina en 1940, casada con Juan Manuel Olivares Gatell; y Aejandra, también maestra, casada con Manuel Sanabria Fernández.
Alejandro Salazar destacó pronto como uno de los alumnos más brillantes del Instituto de Enseñanza Media de Almería, donde obtuvo en todas las asignaturas una media de sobresaliente. Tuvo como compañeros a José Albacete Díaz, Bernabé Calatrava, María Gómez de Mercado, Gabriel Rapallo Ronco, Fernando Roda Martínez y Jesús Durbán Remón.
Con quince años ya daba conferencias en Los Luises y en Los Estanislaos, una congregación religiosa con sede en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y con un local social donde proyectaban películas mudas de Harold Lloyd y veladas musicales con una gramola de Sánchez de la Higuera. En 1929 ya era alumno de la Escuela Normal de Maestros obteniendo el título con matrícula de honor.
El niño prodigio que era, inició también trabajos como periodista meritorio en el diario La Independencia dirigido por Fructuoso Pérez, con redacción en la calle Eduardo Pérez, un edificio hoy derruido propiedad de la familia Abad Vivas-Pérez, y participó como socio fundador en el nacimiento de la Asociación de la Prensa de Almería en 1931, bajo la presidencia de Ginés de Haro y Haro.
Otra de las aficiones de este almeriense -que, ideologías aparte, fue testigo directo de la historia de España- era el teatro y creó junto a un grupo de jóvenes de la época una compañía denominada Unión Artística con la que en los años de la República fue recorriendo los pueblos de la provincia representando obras de Muñoz Seca con funciones en Vera, Cuevas, Níjar y Dalías, como una especie de La Barraca de García Lorca, pero de forma más modesta. Las crónicas de la época lo definen como “un hipnotizador de la escena, el actor de la irresistible mirada”.
Alejandro, sin embargo, sentía en su pecho juvenil que Almería se le quedaba pequeña y, en contra de la opinión de sus padres que le aconsejaban que iniciase su profesión de maestro, decidió marcharse a Madrid en 1932 a estudiar periodismo en la Escuela de El Debate, que dirigía Angel Herrera Oria, y Filosofía y Letras en la Universidad Central.
Es entonces, cuando el almeriense empezó a contactar con ese movimiento juvenil en boga llamado Falange que empezaba a balbucear. Es cuando conoce a Onésimo Redondo, a José Ruiz de Alda, a Rafael Sánchez Mazas - el de Soldados de Salamina- a Manuel Valdés y al propio José Antonio, quien lo ficha para la causa y se lo lleva a dar mítines por toda España.
En su familia no entendieron que se afiliara un partido de corte totalitario que propugnaba la violencia como medio para conseguir un fin que era el de derrocar a la República. Primo de Rivera lo delegó en el verano de 1934 para que organizara Falange en su tierra natal. Ya en Almería, redactó los estatutos de la organización que presentó al Gobierno Civil sin ser autorizado por lo que fue detenido y procesado por promover una asociación ilegal.
Alquiló la primera sede en la calle García Alix esquina Navarro Rodrigo, donde había habido un club de boxeo, y convocó la primera reunión oficial de Falange en Almería de la que salió elegido él mismo como Jefe Provincial y en su ausencia, quedarían al cargo de la organización Juan Sáez Mirón y Julián Fernandez Bueso. Después se mudaron a los bajos de la Casa de la Peña y también constituyó en Almería el Sindicato Español de Estudiantes (SEU) junto a Leopoldo Valverde, Francisco Esteban Valcárcel y Francisco Pérez Manzuco, con los que recorrió la provincia haciendo afiliados. Almería, como el resto de España, vivía un clima prebélico, con continuos enfrentamientos callejeros entre los que saludaban con la mano extendida y los jóvenes comunistas del puño en alto. Hubo escenas de tiroteos y detenciones en varias ocasiones -había afiliados que solían ir armados- y un guardia de asalto de Pechina, Juan Hidalgo López, resultó muerto en esos incidentes. Alejandro regresó a Madrid, y fue nombrado Jefe Nacional del SEU y consejero nacional . Sin embargo, el Frente Popular, que ganó las elecciones de febrero de 1936 ilegalizó Falange y casi todos sus dirigentes fueron detenidos y conducidos a la Cárcel Modelo.
Se celebró juicio y Alejandro fue absuelto de todos sus cargo, pero la sentencia del Tribunal Supremo no se llegó a ejecutar. Estalló la Guerra con el Alzamiento de los rebeldes y el almeriense Alejandro Salazar fue conducido por milicianos en una saca a Paracuellos del Jarama, en la madrugada del 9 de noviembre de 1936, donde fue ejecutado y enterrado en una fosa.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/162431/el-primer-falangista-almeriense
Temas relacionados
-
Teatro
-
Pechina
-
Oria
-
Sindicatos
-
Líjar
-
Elecciones
-
Dalías
-
Medios de comunicación
-
Barrio Alto
-
Asociaciones
-
Verano
-
Virgen del Mar