"Es muy difícil entrar, hay lista de espera", así lo aseguran las alumnas y la profesora del taller de costura más demandado entre las mujeres de Roquetas de Mar. Los talleres de costura de los Centros de Mayores son de las actividades más demandadas entre las roqueteras, pero no solo para la tercera edad, también son muchas las jóvenes que se unen a la lista de espera de estas clases. No es para menos, la diseñadora de moda flamenca Eli Martín es la profesora de estas clases y, según sus alumnas, "es maravillosa", como así lo revalida su amplia trayectoria que la han llevado a pasarelas de toda Andalucía.
Este
martes 17 de diciembre, el Taller de Costura del Centro de Mayores de
Aguadulce celebró su última clase antes de las vacaciones de
Navidad, por todo lo alto “han traído vino dulce y bizcocho lo
tienen escondido”, aseguraba la profesora entre risas. Aunque el taller está dirigido
principalmente a los mayores también hay algunas mujeres más jóvenes que acceden a través del Centro de la Mujer. Así, cada martes,
desde las 5 de la tarde hasta las 8, más de una veintena de mujeres
se dan cita en el Centro de Mayores de Aguadulce, donde pasan tres horas sumergidas en el
arte de la costura.
“Son muy solidarias, las que más saben ayudan a las que menos,
y si se te olvida un material, te lo prestan”, comenta una alumna,
reflejando el espíritu de compañerismo que se vive en cada clase.
La armonía y el silencio inundan el ambiente mientras cada una se
concentra en su tarea, ya sea coser un patrón o crear una nueva
prenda. La dedicación de las participantes es total, pues en el
taller no solo aprenden a coser, sino que también comparten
historias, anécdotas y momentos de relajación.
El Relato de Encarna: Sabiduría y Alegría a los 83 Años
Entre las alumnas, se encuentra Encarna, la más veterana del
grupo, que a sus 83 años se ha convertido en un referente dentro del
taller. Con escuadra y cartabón en mano, Encarna saca patrones para
confeccionar desde ropa para ella misma hasta vestidos para sus
nietos y bisnietos. “Si no me gusta como me queda, lo tiro”,
comenta entre risas, mostrando el humor y la determinación que la
caracterizan. A pesar de que nunca antes había cosido, Encarna
decidió apuntarse al taller tras su jubilación. “Me apunté a las
clases de mayores, hacía gimnasia en la piscina del Parador, y
cuando me enteré que iban a empezar este taller aquí en Aguadulce,
al lado de mi casa, me apunté”, explica con desparpajo.
Encarna, que antes se dedicaba a ser ama de casa y a gestionar una
tienda, confiesa que la costura le ha permitido encontrar una nueva
pasión. “A mi bisnieta le he hecho varios vestidos. Eli es muy
buena maestra, aunque ya se me olvidan las cosas y tengo la cabeza
muy dura”, bromea, pero también destaca lo mucho que le entretiene
coser. “Coser me relaja muchísimo”, explicaba. Encarna es un
ejemplo de cómo el taller ha dado la oportunidad a mujeres mayores
de descubrir nuevas habilidades, encontrar nuevos intereses y
conectar con otras personas.
Lis: La Jovialidad y la Pasión de las Nuevas Generaciones
Pero no solo las mujeres mayores encuentran su espacio en este
taller. Lis, una de las alumnas más jóvenes, lleva años esperando
la oportunidad de unirse al grupo. Este año, por fin, logró
matricularse. “Yo me matriculé a través del Centro de la Mujer,
las matrículas se abren en septiembre, pero no todos los años los
mismos días, tienes que estar atenta”, explica Lis, quien, aunque
se considera un poco desordenada, se siente feliz y agradecida por la
oportunidad. “Este es mi primer año y estoy encantada”, asegura
mientras sonríe.
Lis destaca la calidad humana de sus compañeras de costura,
quienes se han convertido en su apoyo y guía. “Mis compañeras son
la vida. Ellas me enseñan todo lo que no sé. Lo primero que hicimos
todas al llegar fue un alfiletero, y también hicimos flores de tela.
Cada una aporta algo diferente, y lo mejor es que todas nos ayudamos
mutuamente”, comenta Lis, quien considera al taller una experiencia
de aprendizaje constante, pero también de amistad y conexión
emocional.
Lis es cubana aunque
lleva más de 13 años afincada en Aguadulce un lugar que califica
como un paraíso hecho realidad. “Yo no me voy de aquí ni aunque
me peguen candela, la gente es súper amable, me encanta la calidad
de vida, la libertad y la comida, estoy muy contenta” enumeraba con
ilusión antes de confesar que su hija es almeriense de pura cepa,
“dice que es la cubanita almeriense” y para quien la cubana
estaba confeccionando una falda como regalo de Navidad.
Este taller no solo enseña técnicas de confección, sino que
también es un espacio de encuentro, aprendizaje y solidaridad. Las
alumnas no solo aprenden a coser, sino que también se enriquecen
emocionalmente, creando lazos entre ellas, compartiendo experiencias
y construyendo amistades que trascienden la edad o la clase social.
Es un taller que refleja lo mejor de Aguadulce, donde la diversidad
de experiencias se convierte en una fortaleza que enriquece a todas.
Con la llegada de las vacaciones de Navidad, las alumnas del
taller ya esperan con ilusión su regreso en enero. Como dice Eli,
“volveremos después de Reyes, porque la costura no tiene
descanso”. Sin duda, este taller se ha consolidado como un espacio
imprescindible para las mujeres de Aguadulce, un lugar donde se
aprende, se ríe, se comparte, y, sobre todo, se vive una experiencia
que toda la que prueba quiere repetir.
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