La idea no es crear un robot que simplemente trabaje dentro de un invernadero. Eso, además, no es nuevo. Este proyecto pretende ir un paso mas allá: crear un ‘cobot’ que trabaje codo con codo junto a los humanos en el invernadero. “Es una palabra que viene de ‘collaborative robot’, y lleva un tiempo dando vueltas, pero ahora está cobrando fuerza”, dice José Carlos Moreno Úbeda.
“Los robots funcionan muy bien en tareas repetitivas y de gran precisión, pero hay cosas que requieren de la inteligencia de un humano”, explica. “Entonces, ¿por qué no conjugar una cosa con la otra? Damos las tareas sencillas a un robot, y dejamos para el humano la parte complicada. Y hacemos que los dos trabajen simultáneamente. Eso se está haciendo incluso a nivel industrial”.
No es una tarea tan simple como puede parecer. “Desde los años 50 los robots industriales funcionan de escándalo”, dice. “Siempre hacen lo mismo, rápido, de forma muy precisa, y... separados del humano. Esa es la clave. Están encerrados en celdas, con mecanismos de seguridad que evitan que entren en contacto con el humano, pues sus dinámicas son diferentes. Si entran en contacto, o se va una pieza, el robot puede matar al humano”.
Fácil y difícil
José Carlos es almeriense, y estudió Ingeniería Técnica en Informática en la UAL. Luego se fue a Murcia para hacer la ingeniería superior en Informática y el doctorado en la rama de Control Automático. En el 98 regresó, “y desde entonces estoy en el área de Ingeniería de Sistemas y Automática del departamento de Informática de la UAL, donde soy profesor”.
Ahora acaricia este proyecto que, desde el Grupo de Automática, Robótica y Mecatrónica, han presentado a una convocatoria de la Junta para proyectos de excelencia. Se llama Agricobiot (Agricultural Collaborative Robot Inside IoT), y conjuga la parte colaborativa del cobot, con el Internet de las Cosas (IoT) y las posibilidades que ofrece la ‘nube’, “que tiene una capacidad de cómputo muy alta, y es capaz de almacenar y tratar gran cantidad de datos, una potencia enorme”, afirma.
“Aprovechando todo eso, imaginemos que tenemos una plataforma dentro de un invernadero, dedicada solo al transporte inteligente, y dejas que el humano haga lo difícil”. ¿Y qué es lo difícil? “Pues… En robótica se ha trabajado mucho en el tema de recolección agrícola, pero el problema es muy complejo. Tiene una parte importante de visión artificial: localizar el fruto en cualquier condición de iluminación, si tiene hojas u otro fruto delante, saber si está maduro… Y ahora viene el tema de coger el fruto, sin destrozarlo; y si cortas con tijeras o con un láser… Eso aún es...”.
“Entonces, que sea el humano quien recoja el fruto”, dice. “¿Por qué no? Pero que no sea una carga pesada para él. Acarrear la carretilla, el robot”. Y todo, además, sin modificar el invernadero. “Como máximo, que tenga pasillos...”.
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